Trump, aliado de la prensa escrita

27 de Abril de 2024

Trump, aliado de la prensa escrita

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Medios bajo el ataque constante, reivindican su posición ante la sociedad y reflejan su relevancia

Ahora más que nunca, la destrucción de la prensa tradicional para Donald Trump tiene sentido. Asimismo, hoy más que nunca la relevancia de los periódicos y del periodismo escrito tiene más sentido que nunca. Las historias exclusivas reporteadas y confirmadas por docenas de periodistas y fuentes en los últimos días han dado a notar que la batalla declarada entre ambas partes —la Casa Blanca de Trump y la prensa tradicional— lleva mano en favor del periodismo, contrario a la percepción que Trump ha querido difundir respecto a la prensa tradicional y a su deterioro a partir de lo que él considera son “noticias falsas”.

Hace un par de entregas en este espacio, se planteaba el papel estratégico que juega la cadena televisiva por cable Fox News, de NewsCorp, propiedad de Rupert Murdoch, y cómo la crisis en talento y liderazgo por la que atraviesan, junto con la nueva administración comandada por los hijos de Murdoch, han mermado el megáfono al servicio de Donald Trump y su propaganda. Mientras fueron oposición durante los últimos ocho años de la presidencia liberal de Barack Obama, y la plataforma que eso implicó para el lanzamiento de Trump y su mensaje a través del canal, tuvieron una posición de mayor ventaja y por lo tanto, eficiencia propagandista. Ahora que viven una cris de identidad se han visto en la necesidad de defender una administración que esta resultando indefendible.

La prensa que se ha visto bajo ataque constante por este gobierno en específico, al igual que otras instituciones pilares de los Estados Unidos, ha mostrado su mejor lado. Desde el compromiso del Washington Post, recientemente adquirido y bajo la nueva administración de Jeff Bezoz de Amazon, con el lema “La Democracia Muere en las Tinieblas”, hasta el New York Times con récord en el número de suscripciones desde el triunfo de Trump, los periódicos han reivindicado su posición ante la sociedad y reflejado su relevancia, ante artículos publicados en sus páginas que no han podido ser desmentidos por Trump. Atrás quedaron los días de acusaciones directas sobre fake news que han dado paso a las historias documentadas.

Independientemente de que las comparaciones entre Donald Trump y Richard Nixon sean acertadas o exageradas, la remembranza de historias periodísticas que marcaron época han sido traídas a la actualidad para entender la trascendencia de los trabajos periodísticos. Resulta difícil imaginar a Dustin Hoffman y Robert Redford paseando por la redacción del Washington Post caracterizando a los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein quedó inmortalizada en la película All The President’s Men, en la que interpretaron a los periodistas del Post que siguieron la historia del espionaje del gobierno de Nixon a las oficinas del edificio Watergate.

La conexión rusa se ha convertido en el edificio Watergate. El informante deepthroat se refleja en la comunidad de inteligencia que preocupada ve como se deterioran sus instituciones ante la irresponsabilidad de un presidente peligrosamente descuidado en el manejo de la presidencia. Sobre todo y más importante, las buenas practicas a nivel ético, técnico y operativo de lo que implica una profesión como el periodismo.

›A partir de contraer la responsabilidad con su nuevo lema y ser luz en la oscuridad, el Post publicó varias exclusivas que se han convertido en tema principal en medios, entre la clase política y no se diga en la Casa Blanca, conectados de alguna forma con el tema de Rusia.

Un asunto que no han dejado de cubrir y sobre el cual han mantenido un foco permanente que se ve reflejado en las comisiones del Senado, Congreso y FBI, que investigan las relaciones de la campaña de Trump con el gobierno de Rusia. Pero el Washington Post no ha actuado solo. Apenas un diario publica una exclusiva sobre la Casa Blanca, por lo general, a las horas, el New York Times entra al quite con la confirmación de la misma u otra exclusiva diferente que refuerza la cobertura agresiva que los periódicos en especial están logrando sobre Donald Trump y su gobierno.

Ambos diarios, los más importantes de la unión americana y del mundo, han planteado la necesidad de trabajar y reportear las historias en conjunto entendiendo la importancia de, hoy más que nunca, publicar la mejor información con la revisión más fina y la confirmación indudable de sus fuentes, las mejores al interior de Washington.

La presidencia de Donald Trump ha traído un interés inucitado en los medios de comunicación. El magnetismo mediático con el que nació Trump se ha trasladado a su presidencia. Las cadenas por cable como Fox News, CNN y MSNBC tienen sus mejores números de audiencia en años. Las comparecencias de secretarios, o directores de agencias de inteligencia o exprocuradoras, se han convertido en un programa de entretenimiento imperdible. Las conferencias de prensa de Sean Spicer son la mayor inspiración para que Saturday Night Live haya obtuviera su mejor temporada en años. Sin embargo, todo ese atractivo no ha sido suficiente para evitar la cobertura negativa a partir del desastre que ha sido el inicio de su presidencia. El éxito del fenómeno Trump traspasó el showbusiness que implican las noticias por cable en Estados Unidos, seguidas con el mismo fervor que un partido de lunes por la noche de la NFL, en la que estrategas republicanos defienden con excusas extravagantes ante otro estratega demócrata, que advierte en cada oración el riesgo de interrupción de esta presidencia. Los periódicos serios que representan la mejor parte del periodismo estadunidense están a la altura del momento.

En el New York Times, las plumas de Friedman a Dowd a Kristof a Abramson a Rosenthal dedicaron una cobertura seria que ha permitido a la parte de reportaje y las fuentes ser protagonistas de una cobertura que vale, por lo menos una vez a la semana, una noticia de ocho columnas que acumula sobre un caso que lejos de disminuir, ha crecido, y el mensaje es claro: ni el Post ni el Times dejarán de reportar, ni las filtraciones desde la comunidad de inteligencia dejarán de llegar.

La gran preocupación de Trump, ahora, es la cantidad de filtraciones que mantiene abierto su gobierno, la incapacidad para controlar la información que a través de fuentes valiosas y anónimas provocaron el estado permanente de crisis en la Casa Blanca. La torpeza de Trump para entender al periodismo y sus funciones, así como ignora otras cosas, quizá mucho mas importantes, le impide comprender la labor fundamental de un reportero que investiga su historia a través de sus fuentes. Sus principales enemigos le han dado cátedra en cuanto a la relación prensa-gobierno. Ante la incapacidad de generar una estrategia de comunicación clara que atienda al gran trabajo que realizan los medios de comunicación impresos en la actualidad, la Casa Blanca analiza cambiar la comunicación que impera desde la administración Reagan y que es un ejemplo en varios países del mundo. Contestar preguntas que comprometen al gabinete ante la situación tan delicada ante la que se encuentra Donald Trump por tropiezos que pueden terminar siendo caídas aparatosas, los compromete inclusive a nivel legal.

Difícil pensar que Trump se encuentre en el mismo momento en el que estuvo Nixon previo a su renuncia, aunque al Post en aquel entonces le tomó más de tres años para completar un cobertura que interesara a otros medios. Hoy vemos que ante los ataques de la Casa Blanca al periodismo y libertad de expresión, los periódicos tomaron en serio su papel, revelando información que parece un sistema de cordilleras comparada con los tiempos e información que manejaron Woodward y Bernstein. Van menos de 150 días y, por lo pronto, ya hay una petición de juicio político contra Trump en el Congreso, presentada por el representante demócrata de Texas. Una situación de la que a estas alturas, Nixon estaba muy lejos de vivir.