Un novato va a su primera conferencia para hackers

17 de Diciembre de 2025

Un novato va a su primera conferencia para hackers

Los asistentes a la Def Con, pueden comprar cualquier cantidad de herramientas para arruinarte el día

1471527094321389

Por Daniel Oberhaus

Ahora ya he visto a un John McAfee de ojos llorosos posar para selfies con sus fans hackers en un club nocturno en Las Vegas. He visto a hombres adultos batirse en solemnes duelos con espadas de hule espuma. He aprendido cómo abrir cerraduras impenetrables. He visto a un hacker irse a la quiebra en la mesa de la ruleta mientras otro hacker daba una conferencia sobre cómo robar 20,000 dólares de un cajero automático. He comido una cantidad desmesurada de comida tibia de buffet. Casi oí a un chavo explicar a detalle cómo pilotear a distancia un avión de pasajeros. Todavía no he visto a un solo hacker usando un pasamontañas. He visto a docenas de ingenieros de software pagar 50 dólares para convertirse en un cyborg y ahora sé cómo los dildos, el gobierno y nuestros monitores nos espían. He visto miles de personas pwn [derivación del verbo own que significa conquistar o apropiarse de algo] y ser pwned [ser conquistado, vencido o invadido digitalmente].

En la convención de ciberseguridad para hackers Def Con 24, he visto el futuro.

••

La Def Con comenzó en 1993 como una fiesta de despedida para uno de los fundadores de una red canadiense de hackers informáticos llamada Platinum Net. El invitado de honor ni siquiera llegó a su fiesta en Las Vegas, pero el puñado de hackers que sí llegó disfrutó tanto del evento que decidió repetirlo al año siguiente. Ahora, en su vigesimocuarto aniversario, la Def Con de antaño ha mutado de una reunión insular de hackers al evento de piratería y seguridad informáticas del año, el que atrae a más de 20,000 hackers, profesionales informáticos, agentes federales y profesionales de TI de todo el mundo al hotel Bally’s en el strip de las Vegas.

Cuando llegué a Las Vegas, el jueves por la tarde, la convención ya había empezado. El punto culminante de la noche fue el DARPA Cyber Grand Challenge, que enfrentó a varias supercomputadoras una contra otra en un ejercicio de seguridad cibernética llamado Atrapa la bandera, que requiere que las computadoras detecten y parchen vulnerabilidades de software sin intervención humana. A pesar de la increíble demostración tecnológica desplegada durante la competencia, opté por no asistir al evento porque era difícil imaginar algo más aburrido que ver computadoras computar.

Dentro del área de vendedores, que es básicamente un bazar de armas para hackers, los asistentes a la Def Con, pueden comprar cualquier cantidad de herramientas para arruinarte el día o la vida, depende.

••

La mañana del viernes la convención empezó muy temprano. Antes de bajar al mundo real, me conecté al WiFi del hotel para revisar mi correo electrónico. De inmediato empecé a configurar mi VPN cuando recordé que para acceder a la red inalámbrica del hotel necesitabas teclear tu contraseña y a mí no me habían pedido ninguna. Mierda.

Inmediatamente me desconecté y permanecí sentado viendo mi computadora y con los nervios destrozados. Había visto en mi hotel a decenas de asistentes a la Def Con, y uno de ellos había creado una red espejo que era falsa y se hacía pasar por la red WiFi auténtica, algo conocido como un ataque Gemelo Malvado.

Entrar a una red WiFi pública o la de un hotel ya es suficientemente arriesgado, ya que casi todas esas redes no usan un protocolo de seguridad WPA, es decir, toda la información enviada a través de ellas viaja en forma de texto plano, por lo que yo pretendía usar una VPN para cifrar el tráfico de datos de mi internet.

Cuando recibí mis credenciales de prensa para la convención, venían con una advertencia de que todas las redes WiFi en la convención y en los hoteles cercanos debían ser consideradas “extremadamente hostiles”, lo que era de esperarse en una convención de hackers.

Todas las conferencias que quería ver empezaban hasta la tarde, así que pasé mi mañana recorriendo los pasillos del Bally’s y las villas de la Def Con y las competencias de hackers.

Cada villa está dedicada a aprender y practicar un tipo diferente de piratería informática, por ejemplo: cómo hackear un coche, vulnerar al internet de las cosas, vencer un encriptado o hacer ingeniería social.

A pesar de la variedad de sus temas, cada villa se veía notablemente similar desde dentro: decenas de hackers e ingenieros de software enclaustrados frente a sus computadoras en salas con muy poca iluminación mientras sonaba música electrónica de fondo.

En el piso 26 del hotel me encontré con la villa del biohacking, donde decenas de asistentes hacían fila para convertirse en un cyborg. Por 50 dólares, Amal Graafstra, de Dangerous Things (el mismo sujeto que fabricó en su garaje un rifle inteligente activado por un implante) inyectaba chips NFC en las manos de los asistentes, los que más tarde podrían programar para hacer cosas como abrir la puerta de su casa o desbloquear su teléfono con sólo tocarlo.

Bajé las escaleras para ir a mi primera conferencia del día sobre el control remoto de aviones comerciales. La Def Con se ha vuelto famosa por recibir pláticas sobre temas que probablemente son secretos muy bien guardados (como el descifrado de libros electrónicos de Adobe o cómo conseguir viajar gratis en Metro de por vida) y dada la descripción de la conferencia, se nos mostrarían lo fácil que es realizar esas proezas aéreas en la vida real. Mientras esperaba en la fila para la presentación, busqué en Google al conferencista, un hombre llamado Sebastian Westerhold, CEO de una empresa de electrónica llamada KF5OBS. Después descubrí que Westerhold enfrenta actualmente una demanda del gobierno de la ciudad de Little Rock, Arkansas, por encriptar las transmisiones de la policía y que fue detenido en marzo por hacerse pasar por un oficial de policía y vender alcohol a menores. De repente, la fila en la que yo estaba comenzó a romperse; la conferencia había sido cancelada sin explicación. Regresé a mi hotel para prepararme para asistir a una fiesta en el club de striptease Hustler por nada menos que el pionero de los antivirus y ex candidato presidencial libertario John McAfee.

Cuando llegué al Hustler Club la fiesta estaba en su apogeo y McAfee estaba a punto de brindar por el creador de Demonsaw, una app de intercambio de información con cifrado de extremo a extremo pensada para “liberarnos de la opresión de los gobiernos y las corporaciones”, y quien era el invitado de honor de la reunión. McAfee dedicó unas palabras de felicitación al fundador de Demonsaw desde el centro de una turba de hackers sedienta de selfies antes de entregar el micrófono al homenajeado, que en su mayoría pronunció en reiteradas oportunidades la palabra “Fuck the NSA”, como parte medular de su intervención.

Después de una hora y media de ello, la fiesta decayó claramente y empezó a sentirse un poco como una de las villas de Def Con, aunque con muchos menos computadoras y muchas más mujeres sin ropa: la misma música electrónica, la misma iluminación ambiental y la misma torpeza social. Dejé mi cerveza medio vacía sobre una mesa y salí.