Un problema luminoso

19 de Mayo de 2024

Un problema luminoso

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La iluminación en algunas zonas altamente pobladas ha aumentado hasta 400%, lo que además de ser un problema para astrónomos, también lo es para humanos y animales

Aunque ha ayudado a reducir problemas de inseguridad y movilidad, la iluminación artificial se ha convertido en una cuestión de contaminación que afecta tanto a animales como a humanos, y eso lo demuestran las imágenes satelitales que han arrojado que cada año, la Tierra es 2% más brillante y que este tipo de luz ha aumentado 49% en los últimos 25 años.

Según datos de la Estación Espacial Internacional, la iluminación en algunas zonas altamente pobladas ha aumentado hasta 400%, lo que además de ser un problema para astrónomos, también lo es para humanos y animales.

Ejemplo de esto son las tortugas marinas, que necesitan oscuridad total para desovar en las playas. Asimismo, al nacer, las crías se orientan por la luz de la luna en su camino hacia el mar, pero la presencia de farolas u otros tipos de iluminación usados por los turistas a menudo representan una peligro mortal para estos animales que ya están considerados “en peligro crítico” en la Lista Roja de La Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza. Aunado a esto, la luz de faroles también interfiere con la orientación de insectos y aves, lo que repercute en la polinización de plantas.

Los humanos tampoco son inmunes a los efectos de la iluminación artificial, ya que mucha de la luz utilizada inhibe la producción de melatonina, una hormona que ayuda a desencadenar el sueño, lo que acarrea

a su vez problemas de insomnio.

Y aunque la iluminación en las ciudades llegó para quedarse, existen alternativas, ya que en la actualidad se puede optar por usar farolas que iluminen únicamente hacia abajo, así como dispositivos automáticos que enciendan al detectar movimiento y se encuentren apagados la mayor parte del tiempo.

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