La exsecretaria general del PRI y exgobernadora de Yucatán, oséase, uno de los cuadros más altos del partido, Ivonne Ortega, pidió licencia como diputada por congruencia –su campaña enfrente la política económica de su amigo, el presidente Enrique Peña Nieto– para iniciar una caminata hacia la candidatura presidencial de su partido, que se definirá entre octubre y noviembre próximos. Doña Ivonne, como se fue registrando en esta Trastienda, estaba preparando el salto desde septiembre, pero dicen los que saben, no lo quería hacer hasta que hablara con el Presidente. Peña Nieto le decía que se vieran, pero nunca se comprometió. Todavía como diputada, visitó a otro de sus viejos amigos, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a quien le habló de sus planes. A don Miguel Ángel no le gustó lo que oía, se le estaba saliendo del huacal, pero ella le respondió que quien avisaba no traicionaba. Cuatro meses después de esperar inútilmente hablar con el Presidente, doña Ivonne se cansó y se fue por la libre. Pero los que la ignoraron en Los Pinos cuando quiso hablar con Peña Nieto, hicieron un coraje una vez que decidió deslindarse de ellos. Como respuesta, la orden al coordinador de los diputados del PRI fue quitarle todos los apoyos y recursos. La venganza a quien disiente no se materializó, porque antes los mandó a volar.
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