Vivir en calle y conseguir una vacuna anticovid

27 de Abril de 2024

Vivir en calle y conseguir una vacuna anticovid

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Los requisitos más elementales para acceder a la inoculación constituyen una de las primeras trabas para que las poblaciones callejeras puedan vacunarse y para que de esta forma también ejerzan su derecho humano a la salud

Una vez vacunado contra la Covid-19 y después de ser escoltado por un joven de overol rojo, Jesús Granados regresó a la entrada de emergencias del hospital Balbuena en la Ciudad de México, no porque esperara a alguien, sino porque vive en ese lugar.

En febrero de 2021 comenzó el plan de vacunación en México, una de las primeras entidades en aplicar dosis fue la Ciudad de México, donde hasta 2019 se contabilizó a cuatro mil 354 personas en situación de calle.

Para acceder a la vacuna se habilitó una plataforma para llenar un registro en internet (también podía hacerse con servidores del gobierno). Ahí se solicitaban datos como la CURP y el domicilio para entonces asignar una unidad de vacunación cercana. Casa y documentos personales son algunas de las carencias que tiene Jesús Granados, de 59 años, pero no sólo él, sino las más de cuatro mil personas que conforman las poblaciones callejeras.

Los requisitos de la vacuna constituyen una de las primeras trabas para que las poblaciones callejeras accedan a la vacuna y en general para que ejerzan su derecho a la salud. Es ahí cuando entran en acción las personas del overol rojo, es decir, las y los integrantes de la organización El Caracol.

Desde hace 27 años, El Caracol trabaja en favor de los derechos de las personas en situación de calle y ante la pandemia su director Luis Enrique Hernández señala a ejecentral que conformaron “la brigada roja”. Un grupo de personas que salieron a las calles con las personas que las habitan para dar información e insumos para enfrentar la pandemia.

Sin embargo, cuando llegó la vacunación notaron que el formulario de registro discriminaba a las personas en situación de calle.

“A veces cuando les pedimos algún dato no se acuerdan del dato concreto. También ocurre que hay personas que no tienen ningún documento de identidad”, cuenta a este semanario Alonso Barrios de la Cruz, educador de El Caracol y agrega que desde la organización se dan a la tarea de buscar la forma de que las personas que viven en la calle tengan documentos.

Barrios de la Cruz añadió en entrevista con este periódico que en ocasiones la CURP de las personas (o la que recuerdan) no aparece en las bases de datos, por lo que intentan en una suerte de “ensayo y error” cambiar algunas letras o su orden para lograr registrar a las personas.

Ese no fue el caso de Jesús Granados, quien vive en la calle de forma intermitente hace poco más de 40 años, aunque la última década la ha pasado en la entrada de Urgencias del Hospital de Balbuena. Su obstáculo para obtener la vacuna es que no cuenta con un domicilio, por lo que a la hora de hacer el registro El Caracol puso su dirección. “Le pedí información a mi amigo para que me dijera lo de mi vacunación”, responde Jesús Granados cuando se le pregunta cómo fue el proceso para tener la vacuna.

Padrón en situación vulnerable. Hasta abril pasado, la jefa de gobierno de la capital señaló que 794 personas adultas mayores en situación de calle fueron vacunadas. Foto: Nadia Rodríguez

Los requisitos de la vacuna constituyen una de las primeras trabas para que las poblaciones callejeras accedan a la vacuna y en general para que ejerzan su derecho a la salud.

22 por ciento

de las personas en situación de calle carecen de documentos de identidad.

El gran día

La cita es a las 11 de la mañana en el Palacio de los Deportes, pero desde las 10 de la mañana, Barrios de la Cruz se viste con su overol rojo, se desinfecta las manos, se pone un cubrebocas y empaca dos sándwiches, fruta, un chocolate, agua y una barra de granola para compartirla con Jesús Granados.

Desde El Caracol camina hacia el hospital de Balbuena y a un lado de una caseta de teléfono en desuso lo espera Jesús Granados. Se reconocen y saludan con el codo. Alonso le entrega la comida y le insiste en que coma algo, él solo accede a darle algunas mordidas a la barrita y abre el agua.

El resto de la comida la guarda celosamente en una mochila donde lleva una cobija, algunos instrumentos para bolear zapatos, además de su medicina para la hipertensión.

Barrios de la Cruz le da también un cubrebocas para que reemplace el que usa y ya luce desgastado; la mascarilla no se acomoda a la cara del señor Jesús porque su nariz está completamente rota y desviada, dice que le quedó así luego de una pelea hace varios años.

Mientras espera el taxi para ir al centro de vacunación, Jesús Granados cuenta que pronto será bisabuelo, que tiene una hermana con quien a veces se queda, pero que no le gusta permanecer ahí muchos días “porque cada quien tiene su propia vida”.

Al llegar al Palacio de los Deportes, Jesús Granados avanza al mismo paso de Barrios de la Cruz. “Sólo la persona que se va a vacunar, una sola fila”, indican las personas de chalecos verdes a la entrada. Barrios de la Cruz explica que va de parte de El Caracol para acompañar al señor Jesús, quien permanece detrás de él, quien no dice nada, sino que sólo se limita a observar.

Barrios de la Cruz y Granados llegan hasta una mesa donde una mujer de chaleco verde hace el llenado de la ficha y cuando llega a la parte de domicilio el señor Jesús Granados hace una pausa, pone las manos sobre la mesa y comienza “mire, señorita, lo que pasa es que yo vivo en situación de calle”. Barrios de la Cruz toma la palabra para explicar la situación y da la dirección y teléfonos de la organización.

“¿Duele mucho?, ¿me va doler el brazo?”, pregunta de forma insistente el hombre, mientras de forma paciente Alonso, el educador, responde que esto no le dolerá.

En minutos, Jesús Granados está sentado con un grupo de seis personas esperando su primera dosis de la vacuna Pfizer, es el primero del grupo en ser inoculado. Se levanta la manga de la camiseta, mira la aguja, voltea hacia otro lado y cuando siente el pinchazo aprieta los ojos. Ya está, fue vacunado.

Pasa al área de observación y hace la activación física con una canción de Raymix, pero al sentarse mira a Barrios de la Cruz. “Me duele la cabeza”, le comenta.

El educador llama a un médico que estaba en el área, le comenta sobre el síntoma y responde que esperen un poco, a ver si se le quita. No se le quitó. El señor Jesús fue llevado a revisión donde estuvo cerca de una hora y le fue dada medicación porque su presión se elevó, le dolía la cabeza y su cara estaba enrojecida.

“Reposo, un baño, que descanse”, dice el señor Jesús que esa fue la recomendación de la doctora que lo atendió, pero no hay donde pueda hacerlo.

“Muchas gracias por acompañarme, a veces la gente no quiere ni hablar con nosotros”, dice el señor Jesús Granados antes de despedirse. Dice que buscará una sombra para tomar un descanso.

Barrios de la Cruz y Luis Enrique Hernández coinciden en que hay una serie de factores que llevan a las personas a vivir en la calle, pero que en esencia pueden resumirse en que sus redes de apoyo y círculos de confianza se rompieron.

Barrios de la Cruz agrega que esa ruptura es tan fuerte que trasciende a la familia o amigos, por lo que incluso el vínculo con el Estado se pierde.

Beneficiado. Jesús Granados vive en la calle hace 40 años; la última década la ha pasado en la entrada de Urgencias del Hospital de Balbuena. Foto: Nadia Rodríguez

Por ello, El Caracol, como organismo, insiste en que el gobierno debe eliminar la barrera de la documentación y domicilio o bien crear un protocolo especial para proveer de vacunas a las poblaciones callejeras.

Hasta abril pasado, la jefa de gobierno de la capital señaló que 794 personas adultas mayores en situación de calle fueron vacunadas, pero solo aquellas que estaban en los Centros de Asistencia e Integración Social (CAIS), mismos que dependen de la Secretaría de Inclusión y Bienestar capitalina (Sibiso).

Sin embargo, no todas las poblaciones callejeras están en los CAIS, de hecho muchas de ellas se mueven de un lugar a otro a veces por decisión, hechos de violencia, o porque las mismas autoridades los retiran. Desde aquel mes de abril no se ha informado más de la vacunación en personas en situación de calle.

El dato. En 2017 la Secretaría de Desarrollo Social de la Ciudad de México contabilizó seis mil 700 personas en situación de calle.