Xadani, el pueblo que se unió por la desgracia

29 de Abril de 2024

Xadani, el pueblo que se unió por la desgracia

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Lo han perdido casi todo, el agua y la comida escasean. Los soldados llegaron, pero permanecen acuartelados sin recibir la orden de ayudar a la comunidad

Santa María Xadani, Oax. La ayuda no ha llegado hasta acá, a tan solo 20 minutos de Juchitán. Poco a nada en apoyos o atención existe por parte del gobierno federal, estatal o municipal. Santa María Xadani (palabra en zapoteco que significa “entre los cerros”) no tiene ni luz ni agua potable desde la noche del jueves 7 de septiembre, la noche del terremoto. Es posible que la recuperación aquí sea más tortuosa que en Juchitán, no sólo por el retraso en los apoyos, sino porque desde mayo pasado la política dividió a las familias y a los amigos. Con palas y picos, barretas y mazos, los hombres xadaneños levantan y ordenan sus escombros para no invadir la calle. “Es que hay que ser cochinos pero no trompudos pué”, dice Juan Manuel que tiene treinta años y había recién remodelado la fachada de su casa, una de piedra color azul, de dos aguas y un piso, pero de la que nada quedó en pie, ni un solo cuarto, sólo rocas regadas en el piso. Contrató a dos primos que no perdieron su patrimonio, para “que me ayuden a levantar los ladrillos y recoger n poco”. Al mismo tiempo dos mujeres maduras riegan los vestigios con agua que extraen de un pozo “para que no levante la polvareda cuando llegue el viento”. El municipio es pequeño, apenas de 14 calles y 20 avenidas de las que solo 10 están pavimentadas, las demás son de terracería. El horizonte derruido que muestra Xadani se mueve al momento que la gente saca sus colchones enterrados entre las tejas y ladrillos. Solo hay dos albergues, el habilitado por el ayuntamiento y un restaurante que organizaron los propios pobladores que por las noches da asilo a los damnificados. En este lugar hombres son campesinos, ganaderos o pescadores, y las mujeres se dedican a la producción y venta del totopo, la tlayuda y la memela de horno de cazuela. Sólo a 10 minutos está el océano Pacífico y a menos de 10 kilómetros está el “Río de los Perros” y la Laguna Mayor. La pesca del bagre, lisa, robalo, pez roncador y camarones también impulsa la creación de comedores y marisquerías que acostumbran visitar los turistas. [gallery size="medium” ids="790931,790930,790929,790925,790928"]

Se rompieron los hornos

Frente a un horno de cazuela está Antonia Cortés que cocina robalo y cuece memela. Vivió el sismo a solas porque es viuda y sus cinco hijos están fuera del pueblo. “Imagina lo que nos quitó el temblor, la tranquilidad por las noches y el patrimonio de las familias”, dice Antonia y recuerda que las cocinas en la comarca están separadas en una casa aparte.

Este terremoto fue algo tan grande, Dios mío. A nosotras las mujeres nos rompió nuestros hornos donde cocemos las tortillas y los totopos, ahora con qué nos vamos a ayudar. La mujer istmeña no es mantenida, producimos y ahora sin horno para trabajar, cómo le haremos ¿Y si nos quedamos sin totopos? De qué vamos a comer”.

Perder un horno en el Istmo es como perder una extremidad. Las mujeres tienen callos y cicatrices de quemaduras en sus manos y brazos como medallas en reconocimiento a su oficio. [gallery size="medium” ids="790924,790928"]

Que no los separe la política

Pocos quieren recordar ese episodio, pero apenas hace siete meses el pueblo estaba totalmente dividido por problemas político-electorales. En abril pasado los xadaneños de diferentes partidos bloquearon la carretera en oposición a las elecciones municipales extraordinarias. Durante la elección de 2016, donde ganó la gubernatura Alejandro Murat, las urnas electorales fueron robadas y escondidas en diferentes predios. Esa misma tarde las encontraron, pero el Tribunal Electoral decidió invalidar la elección y convocar a extraordinarias hasta el 4 de junio de 2017. El problema llegó a un punto en el que simpatizantes del PAN, PRD, Partido Renovación Social y Morena bloquearon la entrada al pueblo el 29 de mayo y una camioneta del Instituto Electoral de Oaxaca terminó incendiada. Hubo cinco detenidos por los destrozos, entre ellos el candidato del PRD, Maximino Jiménez. Argumentaban que no confiaban en el organismo electoral ni en la Junta municipal en Xadani.

En la extraordinaria hubo ocho candidatos. La elección dividió al electorado, a familias, amigos y compañeros de trabajo. El pueblo tiene ocho mil habitantes y cinco mil de ellos pueden votar; casi todos se conocen o son familiares. Un ejemplo de la situación es Juan de Dios, simpatizante de Morena, que perdió su casa por el terremoto.

Acá teníamos un puesto de tacos de cecina y tlayudas. En los pueblos istmeños, nos dedicamos a la gastronomía. Pero mira, ahora que perdimos todos…”, su diálogo lo interrumpe Rubén, su vecino, que pasó, lo saludó y lo abrazó.

Shamigua’ (mi amigo) – fue lo único que se le escuchó. Juan de Dios se repuso y se dirigió a sus familiares:

Si vieran nomás que en mayo pasado nos estábamos agarrando a machetazos”.

La elección extraordinaria del 4 de julio de 2017 ganó el candidato del Partido de la Renovación Social (PRS), Hermenegildo Santiago Guerra, por 18 votos al candidato del PRI-Partido Verde, Óscar Guerra.

Yo sí quisiera decir una cosa”, dijo Anabel entre la multitud que escombraba las casas, “que es muy feo que en este momento de crisis para nosotros los oaxaqueños, los líderes hagan su agosto y quieran sacar raja política y comiencen los problemas de nuevo. Yo digo que lo que unió la desgracia que no lo separe la política”. Los presentes guardaron silencio.

Las bolsas de Diconsa

En Xadani la gente no habla español si no es necesario. Por ello cuando platican y se desahogan sus palabras se mezclan entre el castellano y el zapoteco. Antonia es hija de Federico Cortés, exalcalde de Santa María Xadani y dueño del restaurante “La Xadaneña” que en las noches se convierte en un albergue para los afectados.

Foto NViNoticias de Oaxaca

Federico es un hombre de no más de un metro y medio de estatura, moreno pero con una dentadura blanquísima. Es un líder moral en la comunidad, y aunque trata de mantener una relación armoniosa con las autoridades, está molesto con las autoridades porque “llevamos desde la noche del jueves sin energía eléctrica, no hay servicio de agua y apenas hoy en la mañana el Ejército nos vino a dejar unas bolsas con agua con la leyenda de Diconsa”.

Aquí recogemos las mesas y las sillas y ponemos algunos colchones de amigos, familiares y vecinos que se quedaron sin casa. No podemos ayudar mucho porque nosotros ya no somos autoridad, pero tenemos el espacio y la voluntad”.

El saldo en el pueblo fue de dos muertos. Una niña y su padre que intentó salvarla. Durante la noche del terremoto, Rosa y Orlando, las cabezas de familia, estaban en la sala y los niños en su recámara descansando. Después del terremoto Orlando subió a rescatar a sus hijos pues el techó del segundo piso cayó sobre ellos.

La niña no sobrevivió, le cayó la pared encima. Su papá alcanzó a ponerla en sus brazos pero fue cuando las vigas cayeron sobre los dos”, relata Wilber Santiago, suegro de Orlando. Es triste recordarlo. Porque él (Orlando) tenía una tortillería y como matrimonio eran muy trabajadores. Al niño le cayó una viga encima del tobillo y eso detuvo gran parte del techo, yo rescaté a mi nieto que gritaba desesperado”.

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Soldados acuartelados

Un par de helicópteros comenzaron a sobrevolar el municipio. Una camioneta de perifoneo comenzó a anunciar en zapoteco que el gobernador Alejandro Murat y Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), llegarían al pueblo. El helicóptero bajó en el campo deportivo municipal. La multitud se aglutinó frente al gobernador Murat que recibía muchas solicitudes de ayuda. No había llegado, le decían, ningún programa federal ni estatal, y los daños en Xadani eran eclipsados por lo sucedido en Juchitán.

Vamos a trabajar, no se preocupen, aquí estamos”, decía el gobernador a través de un megáfono, mientras la gente aplaudía.

A Rosario Robles la abordaron las mujeres xadaneñas.

Sí mi amor, sí mi madre, vamos a reconstruir todos los municipios afectados. Habrá un censo”, respondía repetitivamente a las mujeres que la tomaban del brazo y la invitaban para ver los daños.

Los funcionarios llegaron con la familia de los fallecidos. Rosa comenzó a recibir frases de aliento. Estuvieron casi 10 minutos con ellos y dejaron a la mujer con un llanto inconsolable, tanto que contagiaron a los presentes. El recorrido del gobierno fue rápido, no estuvieron ni una hora. Mientras, los soldados están acuartelados en la escuela secundaria y no han recibido la orden de ayudar Por ahora, el pueblo de Xadani se reordena solo, con el esfuerzo de sus habitantes. Pero la falta de comida se agudiza, lo mismo que la carencia de agua podría causar en breve graves estragos, frente un calor que alcanza los 31 grados. Por si fuera poco, las réplicas del terremoto continúan, ya no hay nada más que pueda caerse, pero el miedo, el miedo inunda las calles de este pueblo que todavía la semana pasada sentía el calor de los hornos, y olía a tlayudas y pescado.