Ya es hora

16 de Agosto de 2025

Diana Loyola

Ya es hora

Lille se está llenando de flores nuevamente, la primavera se instala presumida a una velocidad emocionante. He notado una sorprendente cantidad de cerezos que por estos días rebozan de flores; cada jardín, cada escuela, cada glorieta y macetera presumen narcisos espectaculares, pensamientos de todos colores, rosas japonesas, prímulas, crocus … entre las flores y el sol, que ya se acuesta pasadas las 20:30 horas, los días son todavía más lindos.

¿Alguna vez han abrazado a un árbol? Yo sí, jajajaja, soy una abraza-árboles, lo acepto sin vergüenza. Cuando me topo con uno cuya energía me gusta o me atrae, simplemente voy y lo abrazo. Hasta ahora no he adoptado a algún árbol en particular, al final siento que todos están conectados a la tierra y la tierra es una, así que abrazando a uno, abrazo a todos a la vez. Ayer, regresando del supermercado que me queda a pocas cuadras, me detuve frente a un cerezo cuajado de flores de un color rosa tan pálido que de lejos parecen blancas, lo miré por largo rato (tal vez deba decir: lo admiré), detallé las florecitas amontonadas en racimos apretados; sus pétalos pequeños, redondos, con el color más intenso en la base; los pistilos largos y armoniosos; cada flor perfecta, hermosa, cuidada al detalle, como hecha artesanalmente por manos amorosas. ¿Cómo no abrazar a un árbol que regala tantísima belleza?. Me acerqué, el sonido de los innumerables insectos sobrevolando la copa me sorprendió, sentí la vida y el bienestar de ese ecosistema saludable que da y recibe, me di cuenta que sentí alegría y con los brazos bien abiertos abracé el tronco dándole las gracias por ser, por existir, por dar, por estar bien arraigado y regalarme ese momento. La magia existe, no hay duda, pero siento que está reservada para aquellos que creen en ella. Si no me detengo, ¡me pierdo ese momento!

Recuerdo un video en YouTube donde uno de los mejores violinistas del mundo, Joshua Bell, tocó durante una hora música de Bach con su Stradivarius en una estación del metro de Washington, y nadie se detuvo a escuchar, nadie. La prisa, el ensimismamiento, el trabajo, la escuela, el vivir en el pasado o en el futuro, la preocupación… en fin, tantos pretextos como personas que no se dieron la oportunidad de detenerse a disfrutar de la magia, del momento, de la belleza. No juzgo, no señalo, sólo lamento que esto pase con frecuencia, nos pase, a unos más, a otros menos; pero perdernos de lo sublime del presente es una lástima, una pérdida constante que nos quita la oportunidad de alimentarnos el alma y el corazón.

En ese sentido está increíble observar a los niños, que no se pierden del regalo del momento presente. Hace un par de días mi bebé (de 20 meses), vino corriendo a tomarme la mano y llevarme apresurado a mi cuarto para mostrarme un globo aerostático que pasaba frente a la ventana, tan cerca que pude ver a los tres tripulantes. Su emoción, sus ojos, su dedito que señalaba con energía renovada cada pocos segundos... todo denotaba sorpresa, alegría y presente, una consciencia plena del momento: el globo en el aire, su mamá a su lado y él disfrutando de ambos, nada más, nada menos. No sé cuándo desaprendimos a hacer eso, ¿en qué momento renunciamos a esa capacidad?, ¿cuándo comenzamos a permitir que lo urgente nos ocupara más que lo importante?. Las respuestas a estas preguntas creo que son lo de menos, lo rescatable es darnos cuenta que podemos hacer algo para cambiarlo, para reaprender a prestar atención, hoy, ahora.

Yo sin duda seguiré abrazando árboles, admirando su capacidad de renovarse, de ser pacientes ante el clima, de llenar de belleza, de olores, de vida, de magia, de regalar momentos únicos bajo el abrigo de sus frondas. Seguiré también entrenando mi mente para lograr otra vez, como mis hijos, disfrutar plenamente del momento presente. ¿Imaginan si todos lo hiciéramos?, qué sociedad tan diferente seríamos, creo firmemente que seríamos más nobles, más incluyentes, más pacientes, más amorosos y la histeria, el estrés y las emociones que desgastan serían muchas menos. ¿Nos damos la oportunidad?

Un abrazo. À la prochaine!! @didiloyola