Zona Cero | El féretro viviente

16 de Mayo de 2024

Zona Cero | El féretro viviente

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Tiene las dimensiones y la apariencia de un ataúd clásico, pero trae el color blancuzco característico del micelio; en el interior se coloca una capa de turba, desecho biogénico, para recibir el cuerpo del difunto y… a los insectos

Fue diseñado para que el último acto de un ser humano fuera amigable con el planeta. Es así como un ataúd se convertirá en abono para la naturaleza y se posibilita el enriquecimiento de la tierra gracias a los beneficios del micelio, una parte vegetativa de los hongos.

La agencia AFP explica que en Holanda se puede optar por un “féretro viviente”, hecho a base de hongos, que facilita la descomposición rápida del cuerpo.

Y ya se utilizó por primera vez, lo eligió como última morada una señora de 82 años, cuyo cuerpo estará totalmente descompuesto en un lapso de entre 2 y 3 años, proceso que dura más de una década en un ataúd clásico de madera.

La tapa, la caja, detalla la agencia, es de micelio, lo que hace que el ataúd sea más liviano que uno de madera, y menos caro, porque cuesta actualmente mil 500 euros, unos 38 mil pesos mexicanos.

Esto es una primicia mundial, según dijo a la agencia francesa Bob Hendrikx, inventor del “Living Cocoon”, una idea que surgió en su laboratorio de la universidad tecnológica de la ciudad de Delft.

“Se trata de un ataúd que está hecho de un organismo fabricado con base en la estructura vegetativa de los hongos, los mayores recicladores de la naturaleza”, explicó a AFP.

Nuevas formas. En ese ataúd, los mortales se convierten en abono para la naturaleza y se posibilita el enriquecimiento de la tierra gracias a una parte vegetativa de los hongos.

Este féretro viviente se descompone aún más rápido, entre 30 y 45 días, frente a los más de 10 años que necesitan las partes barnizadas y metálicas de un ataúd clásico para desaparecer. La caja a base de hongos posibilita que el cadáver “siga el ciclo de la vida” sin “contaminar el medioambiente con las toxinas presentes en el cuerpo y todo lo que se coloca adentro”, dijo a la agencia Hendrikx.

Los hongos “descomponen nuestro cuerpo en nuevos nutrimentos para que la naturaleza se expanda. El micelio y los muchos microorganismos que se encuentran en el interior acelerarán el proceso de descomposición y neutralizarán las toxinas en la tierra, en nuestro cuerpo y enriquecerán la naturaleza”, agregó.

Para fabricarlo, relata AFP, es necesario cavar bajo la turba en el bosque, extraer micelio puro proveniente del hongo, mezclar eso con aserrín de madera, y poner el todo en la horma de un ataúd clásico. Siete días más tarde, todo eso se transforma en un organismo vivo en forma sólida.

El invento de Hendrikx no es el resultado de una oscura fascinación por los ataúdes o el abono humano, aclara la agencia, sino simplemente el fruto del azar. Fascinado por los beneficios vegetativos de los hongos, construyó antes una “casa viviente” a base de micelio para su proyecto de fin de estudios.

Ahora, su empresa Loop, ha firmado una colaboración con una compañía funeraria y el invento ha triunfado en las redes sociales.

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