Libros y libreros para niños

19 de Abril de 2024

Diana Loyola

Libros y libreros para niños

DIANA LOYOLA

En la edición de la FILIJ de este año, fui testigo del renacimiento de un lector (pues a sus ocho años comenzaba a preferir los juegos de la tableta electrónica a los libros), cuando -más obligado que por voluntad-, se acercó tímidamente a preguntar en la enorme carpa del Fondo de Cultura Económica por libros para niños de su edad. La amable señorita le pidió la acompañase y le encargó a un joven que rondaba los veinte años que lo atendiera. El joven librero dejó todo cuanto estaba haciendo para acercarse al niño, se inclinó hasta que sus ojos hicieron contacto directo y, con tono entusiasta y amable, le preguntó ¿Qué historias te gustan?, iniciando una conversación que se me antoja deliciosa.

-Me gustan las aventuras. ¿Te gustan los viajes? –Sí. ¿En el espacio o en el tiempo? -Ambos. ¿Quieres saber cómo era la vida en 1889? ¿Te imaginas ir allá? -¡Pero no había autos, ni luz, ni tele, ni nada!. Tal vez sepas lo que no había, pero puedes descubrir lo que sí.

Y el librero comenzó a darle opciones de libros cortos de la Colección A la Orilla del Viento, serie que conocía a la perfección pues le resumía las historias y le hablaba brevemente de los autores. Muchas portadas coloridas, títulos maravillosos, un enorme estante lleno de libros justo para su edad y el pequeño, con sus ocho años encima, dejándose guiar por el faro que era el librero en ese mar de posibilidades. Se le veía feliz de sentir la mirada y la atención de un adulto que escuchaba con cuidado lo que a él le gustaba, y también por poder imaginar tantos mundos en tan pocos minutos.

¿Te gusta romper cosas? -¡No!, bueno… a veces. Dijo con timidez el pequeño. Pues aprovecha que aquí puedes y rompe la cubierta plástica de este libro para que veas las ilustraciones, a ver si te gustan. El niño sonreía mientras quitaba el retractilado, abriendo con curiosidad las páginas para descubrir los dibujos en blanco y negro, asomándose a ese universo que le esperaba ahí dentro. Fue un momento de magia, donde el infante se relacionó con un libro hecho para él, pensado en él.

Con la imaginación alborotada y el entusiasmo desbordado, el pequeño eligió algunos libros que tomó entre sus manos, se despidió del librero como de un amigo y salió de esa carpa transformado, casi podían verse las dimensiones paralelas que su mente habitaba en ese momento. A pesar del esfuerzo de los padres de formarle una biblioteca, elegir las propias lecturas fue la clave que le ha motivado a leer todas las noches y a considerar su biblioteca como personal. La relación con el libro y luego con la lectura, en un acercamiento natural, sin sentirse obligado a leer libros que le imponen, me hace pensarlo como futuro gran lector.

De acuerdo a las cifras de 2015 del INEGI, el promedio anual en México de libros leídos por persona en zonas urbanas es de 3.9. Número francamente bajo. Sin embargo, los esfuerzos para que las nuevas generaciones sean más lectoras son importantes y para muestra la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, cuyo programa de actividades es siempre muy rico en ofertas para niños y adolescentes de cualquier edad (¡este año hubo talleres para niños de 0 a 4 años!, -edad en la que los niños generalmente no leen-), y donde editoriales, cuentacuentos, autores, ilustradores, delegaciones y Secretarías de Cultura de diferentes Estados, suman esfuerzos para que la experiencia de cada visitante sea completa.

La Feria Internacional del Libro en Guadalajara cuenta también con un programa importante para niños (se puede checar en línea: FIL Niños) y estoy segura que seguirán, como en los últimos 30 años, formando lectores. Como padres, tíos, abuelos… podemos compartir y acercar a las nuevas generaciones a la lectura, a crear una sociedad más interesada, participativa y lectora porque los libros dan, dan a manos llenas y tanta generosidad, transforma.

Ojalá este año Santa traiga además de juguetes, libros.

@didiloyola