Una identidad para Saúl

10 de Julio de 2025

Raúl García Araujo
Raúl García Araujo
Reportero con andanzas en varios periódicos y ex coordinador de información en FOROtv de Televisa.

Una identidad para Saúl

columna Raúl García Araujo

En estos días en que se discute la implementación de la CURP Biométrica —un documento único, obligatorio, con huellas, fotografía y firma digital—, el país parece celebrar un salto hacia la modernidad.

Las autoridades hablan de seguridad, eficiencia, de blindar al Estado contra el fraude. Pero, mientras en los altos círculos del poder se habla de tecnología de punta, en Chimalhuacán, Estado de México, hay un niño llamado Saúl que no tiene ni lo más básico: una identidad legal.

Saúl tiene 14 años. Vive con sus abuelos paternos, gente humilde que sobrevive con lo justo. Saúl no es un fantasma: existe, respira, va a la escuela cuando puede, juega en las calles de su colonia, sueña con ser alguien. Pero el sistema no lo reconoce.

No tiene acta de nacimiento mexicana. No tiene CURP. No tiene acceso formal a la educación, ni a la salud, ni a ningún derecho que requiera un papel sellado por el Estado.

Su historia duele. Nació en 2011 en Minnesota, Estados Unidos. Su madre es estadounidense; su padre, mexicano. Cuando era apenas un bebé, la familia se mudó a México. Fue un regreso que prometía raíces, pero acabó en tragedia: meses después, su padre fue asesinado.

La madre, devastada, volvió a su país llevándose a uno de sus hijos. A Saúl lo dejó atrás, al cuidado de sus abuelos. Desde entonces, ellos han sido su familia, su sostén, su refugio.

Pero nunca lo registraron en México. Su único documento es un certificado de nacimiento estadounidense, en inglés, sin validez oficial ante las autoridades mexicanas. Sin ese registro inicial, no puede obtener CURP. Y sin CURP ni acta, en México, no existes.

Y ahora, el país que lo ha criado y lo ha visto crecer le da la espalda de una forma todavía más cruel: se prepara para implementar la CURP Biométrica, un nuevo documento que será obligatorio para todos los trámites. Sin ella, no se podrá estudiar, acceder a salud, abrir una cuenta bancaria ni ejercer derechos fundamentales. Y Saúl ni siquiera tiene la CURP original.

Sus abuelos han tocado puertas. Muchas. En el municipio, en el estado, en dependencias federales. Han explicado su situación una y otra vez. Siempre reciben la misma respuesta: que necesitan más documentos, que vayan a otra oficina, que regresen con tal firma. Pero no tienen dinero para trasladarse, ni abogados que los asesoren, ni acceso a internet para hacer citas. Son pobres. Y en este país, la pobreza también te borra.

Mientras tanto, el discurso oficial habla de “incluir a toda la población”. El decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación indica que todas las dependencias deben adecuar sus sistemas en 90 días. También se otorga un plazo adicional de 120 días para incorporar a niñas, niños y adolescentes.

¿Pero cómo se va a incluir a quienes nunca han sido reconocidos?

¿A quién le va a importar el caso de un niño sin nombre en Chimalhuacán cuando los reflectores están sobre los sistemas biométricos, los códigos QR y las bases de datos digitales?

La historia de Saúl no es una excepción. En México, miles de niñas y niños viven en un limbo jurídico. Nacieron en condiciones adversas, fueron abandonados, migraron, quedaron atrapados entre fronteras, entre burocracias, entre el silencio de las instituciones.

Y ahora, la modernización corre el riesgo de profundizar aún más su exclusión.

Hablar de identidad no es solo hablar de papeles. Es hablar de pertenencia, dignidad, futuro. Es decirle a un niño como Saúl: tú también formas parte de este país, tú también cuentas, tú también importas.

La CURP Biométrica puede ser un paso hacia el futuro. Pero si ese futuro deja fuera a los más vulnerables, entonces no es progreso: es abandono.

Ojalá, entre tanta reforma, algún funcionario lea la historia de Saúl. Que escuche a sus abuelos. Que abra esa puerta que lleva años cerrada. Y que, por fin, le dé al niño lo que nunca ha tenido: una identidad propia.

En Cortito: Nos cuentan que, por fin, el oriente del Estado de México empieza a ser tomado en serio. Tras décadas de rezago, marginación y promesas incumplidas, la Presidencia de la República ha anunciado el arranque del Plan Maestro del Oriente, un ambicioso proyecto que busca saldar una deuda histórica con millones de personas.

Impulsado por la presidenta Claudia Sheinbaum y articulado con recursos federales y una coordinación tripartita entre los tres niveles de gobierno, el plan tiene como objetivo atacar de raíz los problemas que han sido el pan de cada día para las familias mexiquenses: la escasez de agua, las inundaciones recurrentes, el caos en la movilidad y la creciente inseguridad.

En el caso de Nezahualcóyotl, el presidente municipal Adolfo Cerqueda Rebollo confirmó que ya han iniciado los primeros proyectos del periodo 2025-2026, enfocados en tres ejes fundamentales: salud, educación y bienestar.

Uno de los anuncios más importantes es la creación de un Polo del Bienestar en las 70 hectáreas del Bordo de Xochiaca, un terreno que por décadas fue símbolo de abandono, basura y estigmatización. La transformación de este espacio no solo representa un acto de justicia territorial, sino la oportunidad de convertirlo en el corazón de una nueva realidad para el oriente mexiquense.

Si se cumple lo prometido, este podría ser el comienzo de una historia distinta. Una en la que el oriente ya no sea sinónimo de olvido, sino de dignidad, inversión y futuro.