El presidente Enrique Peña Nieto fue el invitado de honor la semana pasado a la inauguración de la remodelación de La Bombonera, la histórica casa del Toluca. Al evento fueron invitados varios funcionarios mexiquenses, y algunos que no lo son, como el secretario de Educación, Aurelio Nuño. En la lista, cosa que llamó la atención de varios, no figuraba el secretario de Desarrollo Social, Luis Enrique Miranda, un ultrasimpatizante de los Diablos Rojos del Toluca y compadre del Presidente. Pero lo que no sabían, es que don Enrique, quien ha estado en la congeladora presidencial después del bochornoso momento cuando se presentó a votar en las elecciones para gobernador de su estado con una credencial caduca, no se iba a quedar quieto. Llegó al estadio y se formó para la foto, extasiado de ver la casa deportiva con la cual creció. Ahí no paró. Retó a Nuño, quien sorprendió por su buen dominio de la pelota, a que le disparara algunos tiros, por lo que se remangó la camisa don Enrique y se tiró tantas veces fue necesario para evitar una anotación. El secretario colado, con los pantalones raspados con pasto, tuvo su día, aunque hubo algunas miradas reprobatorias por su atrevimiento avasallador.