Antonio Machado escribió que la muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos. Yo coincido, ¿para qué invertirle tiempo al miedo si podemos invertirle al gozo de estar vivos?. Una hermosa manera de honrar a los ancestros, a los que ya se fueron, a los que pusieron todo en la mesa para que nuestra existencia fuera posible, es ser felices. Pienso.
El tiempo no deja de avanzar, es difícil hacer altos, detenerse, respirar… ver que los niños ya no lo son, que abrazar es sentir al otro, que ser productivo es sólo un aspecto del bienestar, que se pueden hacer pequeñas cosas para fortalecer y mantener sanos los vínculos, es más, olvidas que vincularte te hace bien. Un día te das cuenta que has pasado mucho tiempo sin ver a esa persona querida, que se enfermó y hasta le dio tiempo de irse, sin que te dieras cuenta. Sin más, amanece y te dicen que falleció, después de meses de padecer una mala recuperación de una intervención quirúrgica.
¡¿Cómo?! Si recuerdo su sonrisa, su entusiasmo, su negrísimo sentido del humor, si guardo su mirada divertida en el bolsillo… ¿hace cuánto no lo veía? ¿serán seis meses?. La risa burlona porque mi tiempo parece ser elástico, hace más de 18 que no sabía nada de él, pasó su cumpleaños, luego la operación y finalmente decidió descansar.
Crecí viendo cómo iba cambiando su frialdad por ternura, movido por quién sabe qué hilos y por su enorme curiosidad. Lo ví como quien ve a una sequoia, entre sabio e intimidante, para luego encontrar al ser cálido y gracioso que se abrió paso en su vida, habitando ese cuerpo regordete que alimentaba con la extraordinaria comida de su compañera de vida.
Fue una vida de aciertos y desaciertos, como todas, pero una vida que tocó de diferentes maneras la mía. Que dejó en mi memoria muchos días plácidos chapoteando en su piscina en Cuernavaca, en tardes de pláticas interesantes y divertidas, compartiendo su mesa y su genio a cada oportunidad.
La muerte suave llegó, pero yo la siento como bien dijo Carlos Fuentes:
“Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos”.
Hoy toca aceptar.
¡Hasta la próxima! @didiloyola