Alegres y luchones

3 de Agosto de 2025

Mauricio Gonzalez Lara

Alegres y luchones

›El mero optimismo no basta. Basta ya de concebir al ciudadano modelo como un porrista “alegre y luchón”. No basta con desear buenas cosas para que éstas sucedan.

Los más directos lo definen como “enojo”, otros lo califican como “desánimo”, y hasta el presidente de la República, en un acto más cercano a la resignación que al ánimo de diagnóstico, lo categoriza como “mal humor”, pero lo cierto es que todos los sectores de la sociedad –oposición, oficialistas, empresarios, progresistas- coinciden en que la nación mexicana dista de atravesar su momento más optimista. Nada que ver con principios de 2013, cuando la aprobación de las reformas estructurales dibujaba un panorama más promisorio para el país. Parece que ha pasado más tiempo, pero hace apenas dos años la prensa internacional publicaba textos con títulos como “México, la próxima China” o “Cómo México regresó al juego”, firmados por luminarias como Chris Anderson y Thomas Friedman. Hoy, sin embargo, pocos hablan ya del “Mexican dream”.

El país, piensan los más optimistas, requiere de historias luminosas. Algunas organizaciones han tomado nota de esto. Sidral Mundet lanzó en 2015 la campaña “A la mexicana”, donde varias celebridades invitan a la población a abandonar la creencia de que lo mexicano es algo “mal hecho” o “corrupto”. Para conseguir este objetivo, el refresco muestra historias de “triunfadores” que gracias a su esfuerzo y pasión han logrado “hacerla” en el extranjero. Este primero de septiembre, por mencionar un caso aún más cercano, el gobierno de la República celebrará un encuentro donde el titular del Ejecutivo platicará con varios jóvenes sobre su administración, todo en el marco de la campaña “Lo bueno casi no se cuenta pero cuenta mucho”, donde se nos invita a no ser derrotistas, sino a ser “alegres y luchones”, como los emprendedores que en teoría “mueven a México”.

¿Qué tan creíbles son estas “historias de éxito”? ¿Inspiran a “echarle ganas”? ¿Basta con “echarle ganas” para ser un mexicano “ganador”? El alma de un país está constituida por sus narrativas populares. Va un ejemplo. El mundo de los protagonistas de las series estadunidenses de televisión casi siempre está definido por el trabajo que realizan. En las telenovelas mexicanas, en cambio, casi nadie trabaja. Los ricos se pasean por sets de oficinas genéricas, pero nunca queda claro qué hacen ahí. Tampoco vemos laborar a los pobres, quienes siempre están identificados como servidumbre, mecánicos o albañiles por la vestimenta que utilizan, y no por practicar su oficio.

Esto no significa que los mexicanos seamos flojos, sino que el determinismo social está tan pronunciado que la única manera en que concebimos que un pobre pueda ser rico es si éste descubre que en realidad es el hijo bastardo de un millonario (clásico tropo telenovelero), o ya de plano ganándose la lotería. El trabajo carece de valor. Mientras no cambiemos los factores estructurales que nos orillan a pensar así, cualquier historia de superación personal, por bienintencionada que sea, terminará por sonar hueca. El mero optimismo no basta, venga de una marca de refrescos o del presidente de la nación. Basta ya de concebir al ciudadano modelo como un porrista “alegre y luchón”. No basta con desear buenas cosas para que éstas sucedan.

@mauroforever