Aprender a abrazarnos

6 de Agosto de 2025

Diana Loyola

Aprender a abrazarnos

abrazos

Alguna vez en el grupo de terapia al que asisto, una de las participantes me dio un consejo que le voy a agradecer siempre: “¡abrázate, abraza a la niña asustada que eres cuando estás vulnerable o vulnerada!”.

Wow, pensé, ¿y eso cómo se hace?. Sonaba fácil, la técnica psicológica de abrazar a tu niño interior, pero a la mera hora no encontraba la manera de abrazarme y sentirme abrazada. El hilo negro me lo entregó otra de las participantes: “Como adulta y observadora (que observa a la niña asustada), abraza, calma y llena de amor a esa chiquita, dile que le vas a proveer lo que necesite y la vas a cuidar, contigo al lado no debe sentir temor. Lo mismo haz con tu corazón”. Voilà! Algo en verdad valioso.

Poco a poco lo fui poniendo en práctica y la sensación de tener 6 años y sentirme ansiosa, asustada y vulnerable frente a ciertas situaciones fue cambiando, cada vez me tardaba menos en recuperar la calma y sentirme en mi centro. Para mi sorpresa, la niña fue creciendo, jajaja, si se puede decir así; la sensación hoy es muy diferente, la certeza de que no me voy a abandonar, me voy a cuidar y no voy a hacer nada que me produzca malestar, me hace sentir ya no como la niña miedosa de seis años sino como una adulta joven que sigue aprendiendo a cuidarse y a acompañarse.

Les comparto esto porque en las últimas semanas, varias muy queridas amigas mías, han atravesado por situaciones difíciles, que las han hecho sentir vulnerables, solas, inadecuadas o defectuosas. Y sospecho que a más bien pocas personas les pasa lo contrario, la mayoría crecemos con heridas primarias de abandono, traición, rechazo, humillación o injusticia. Y nos convertimos en nuestros más duros jueces. Una de ellas me comentó algo que me hizo sentido, me dijo que las mujeres tendemos a sentirnos desoladas, no tristes o desconcertadas, si no desoladas si alguien no nos responde un mensaje, nos deja plantadas o no nos da la atención que creemos necesitar. Esa desolación se come todo, lo invade todo, y nos llena de ansiedad, trastoca nuestra herida de abandono, de rechazo o cualquier otra y sufrimos… yo agregaría, cuando no sabemos acompañarnos.

Y es que no hay peor abandono que el propio, abandonarse a sí mismo, meterse el pie o necesitar el cariño del otro para sentirse querido. Como si no tuviésemos suficiente amor para darnos a nosotros mismos.

Yo digo que las crisis que todos pasamos en algún momento, son grandes oportunidades para sanar estas heridas, todos seguimos aprendiendo, creciendo. Es importante tener una red amorosa de apoyo, pero para mí lo básico, por lo que debemos empezar, es por aquel par de buenos consejos que me dieron hace unos años mis compañeras de la terapia. Aprendamos a abrazarnos.

¡Hasta la próxima!

@didiloyola