Veracruz en llamas

29 de Abril de 2024

Hannia Novell

Veracruz en llamas

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Veracruz está en llamas, es un campo de batalla. El terror crece y la sangre se derrama por doquier. Es un cementerio viviente.

Es cierto que la delincuencia organizada extendió sus dominios en el estado desde los gobiernos del priísta Javier Duarte y del panista Miguel Ángel Yunes. Sin embargo, desde el arribo de Cuitláhuac García —abanderado de Morena— la violencia ha sido brutal, sanguinaria e inhumana.

El 19 de abril de 2019, tres hombres armados irrumpieron en una fiesta familiar que se celebraba en Minatitlán, dispararon a mansalva y provocaron la muerte de 15 personas, incluyendo un bebé.

Maricela Vallejo, alcaldesa de Mixtla de Altamirano, fue asesinada; semanas después, un niño de siete años cayó muerto en el municipio de Las Choapas y son múltiples los enfrentamientos a tiros entre personal militar y presuntos delincuentes.

Apenas el 24 de agosto, el bar Caballo Blanco, ubicado en Coatzacoalcos, fue incendiado deliberadamente. En total, 30 personas perecieron en las llamas y otras perdieron durante la atención hospitalaria.

Sólo en los primeros tres meses del gobierno de Cuitláhuac García la incidencia delictiva aumentó 122 por ciento: 468 personas fueron asesinadas y se registran 1.87 secuestros por cada 100 mil habitantes.

¿Qué está pasando en Veracruz? Los especialistas advierten que por su ubicación geográfica es un corredor natural para distintas y lucrativas actividades criminales como el narcotráfico, la trata de personas y la venta de huachicol.

Por lo tanto, no es casual que Los Zetas y el Cártel Jalisco Nueva Generación se disputen el territorio, se multiplique la instalación de tomas clandestinas de combustibles en los municipios petroleros y proliferen los abusos contra migrantes centroamericanos.

La falta de liderazgo y la incompetencia política del morenista Cuitláhuac García han recrudecido la violencia hasta alcanzar los actuales niveles de terror. Es un mandatario estatal que no ha sabido dotar de gobernabilidad al Estado.

Indiferente a las demandas de seguridad de los veracruzanos, ha preferido la ruta de la confrontación con Jorge Winckler, el fiscal General de Veracruz, y ha solapado las tropelías de Hugo Gutiérrez, el secretario de Seguridad Pública de la entidad, quien fue destituido por la Procuraduría de Nuevo León en 2016 por actos de extorsión.

No obstante, Cuitláhuac García goza de la simpatía y protección del presidente Andrés Manuel López Obrador. La incongruencia de la 4T es tan sorprendente como indignante.

El 6 de agosto, Patrick Wood Crusius protagonizó un tiroteo contra la comunidad latina en un Walmart de El Paso, Texas; murieron ocho mexicanos y el gobierno mexicano envió una carta diplomática a Estados Unidos, el canciller Marcelo Ebrard viajó al estado texano para reclamar justicia y la Fiscalía General de la República abrió una carpeta de investigación.

El 24 de agosto ocurrió el incendio y la matanza en Coatzacoalcos y la reacción de López Obrador fue levantarle la mano a Cuitláhuac García. Una treintena de personas fueron quemadas vivas y el primer mandatario optó por apoyar a su protegido.

Una muestra más de insensibilidad al dolor de los mexicanos y de ausencia de estatura y capacidad política para enfrentar los conflictos.

¿Cuántos muertos más tienen que caer? ¿Cuánta sangre tiene que correr? En Veracruz crecen las voces que exigen la destitución de Cuitláhuac García. Morena tiene la mayoría legislativa en el Congreso… puede y debe hacerlo. Veracruz lo necesita de manera urgente, pues está en llamas. ¿Será posible? Es pregunta.