Blof, arma de Trump para la negociación
Al atacar el TLC, el presidente de Estados Unidos le habla a su base ultranacionalista

Al atacar el TLC, el presidente de Estados Unidos le habla a su base ultranacionalista y bajo ese enfoque deberían entenderse sus comentarios en Twitter; si bien tienen una repercusión económica, al interior de las mesas de negociación tienen muy poca resonancia
Luego de varias semanas de un silencio respecto a México, el domingo por la mañana el presidente Donald Trump usó su cuenta de Twitter para referirse al país en dos sentidos: uno que no había mencionado desde el inicio de las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) y la violencia que se vive en México, un tema recurrente. En el contexto de la segunda ronda de renegociaciones entre México, Canadá y Estados Unidos es importante precisar los diferentes objetivos bajo los que se planteó el esquema en que actualmente trabajan los tres equipos de negociación. Por una parte, la cuestión técnica en cuanto a lo que realmente se tiene que abordar: desde reglas de origen hasta la resolución de controversias; en ese sentido, cada país ha planteado las líneas inamovibles de lo que consideran que no es negociable. Por otra, se encuentran las regulaciones que actualmente rigen el sistema del Acuerdo Comercial y que especialistas coinciden se deben de abordar como parte de una modernización, incluyendo la parte del e-commerce. Por último y quizá el más importante, que tiene que ver con lo político, la verdadera razón por la cual Trump decidió poner al TLC en la parte central de su agenda electoral. Habría que definir y entender las verdaderas razones de Trump para entender el por qué de sus formas de negociación. Llamó inclusive la atención que, desde un principio, el presidente se quedara callado en cuanto al inicio de las renegociaciones. Ya sea por un acuerdo no escrito entre los países o por una razón personal, sólo él conoce la estrategia real de negociación y las amenazas con las pretende impulsarla.
Las últimas amenazas de Trump vertidas sobre la negociación en cuanto a que quizá sea necesario aplicar la cláusula de la terminación del Acuerdo Comercial han sido tomadas con cautela por el gobierno mexicano y canadiense. Entendiendo que Trump puede terminar con el Acuerdo en el momento que él quiera, hay especialistas que afirman que dicho movimiento requiere forzosamente de la aprobación del Congreso. La pregunta en cuanto a los dichos de Donald Trump tiene que ver con la capacidad que tenga él como presidente para cumplir con esas amenazas; un presidente que ha perdido capacidad política y negociadora, al cual le costaría mucho en materia política buscar empujar algo así como la terminación del TLC, cuando también por otra parte se encuentra confrontado con su partido ante el desaseo del actual gobierno. La posición de poder desde el cual México y Canadá, en unión, se están enfrentando a las mesas de renegociación, se centra en el conocimiento que tengan de los límites del poder presidencial en Estados Unidos. Más allá de que Trump necesite o no la aprobación del Congreso para sacar o blofear con sacar a Estados Unidos del acuerdo, a últimas fechas la dualidad con la que Trump maneja la presidencia hace difícil saber con exactitud sus verdaderas intenciones o su verdadera personalidad: el presidente del telepromter que se mantiene en mensaje con un tono presidencial o el candidato que se sale del formato y con insultos y estridencias pretende cimentar su base. Es ahí donde se encuentra secuestrada, para mal, la discusión del TLC. Entre el presidente diplomático representado por Robert Lighthizer y su equipo, quienes advirtieron que la renegociación no sería fácil y mucho menos en temas como la industria automotriz, pero que con responsabilidad reconocen la importancia del acuerdo para Estados Unidos y sus diferentes industrias y la aportación económica que el TLC le brinda a cada estado. Del otro lado, el Trump tuitero, impredecible e iracundo que con dos publicaciones de 140 caracteres puede mover la posición del peso frente al dólar, amenaza con descarrilar las negociaciones, que aunque eso no signifique necesariamente que Estados Unidos se vaya a salir por completo, sí representa una incomodidad y distracción para el proceso en general. Parecen puntos con los cuales pueden convivir los diferentes equipos, siempre y cuando no se cumpla en realidad la amenaza y en un suicidio económico Trump decida efectivamente salirse del acuerdo.
›No es la primera vez que Trump pone sobre la mesa de negociación la posibilidad de salir del acuerdo. Ya con anterioridad el presidente de Estados Unidos afirmó que la terminación del TLC a nivel técnico era necesaria para poder someter a los países a un buen acuerdo, que él ha descrito como el peor tratado jamás firmado.
En ese sentido, los gobiernos de México y Canadá tendrán que ceder en algunos de los puntos que Donald Trump considera como inamovibles con el objetivo de conseguir algún tipo de triunfo político para la base y sus promesas. La posición del gobierno mexicano ha sido tomada por algunos como la respuesta correcta entendiendo que Trump fanfarronea con la posibilidad, pero bajo el entendido del impacto económico que una salida generaría para más de 30 estados en la Unión Americana, que tienen a México como su principal socio comercial. Del lado del gobierno están la mayoría de senadores republicanos, congresos locales, gobiernos estatales e industrias como la tecnológica y agroindustrial que cabildean por una mayor apertura del acuerdo comercial. Al conocer la intención de Trump de cimentar su base ultranacionalista y mantener esa agenda económica que dejó Stephen Bannon con su participación en el gabinete, Trump le habla precisamente a esa base y bajo ese enfoque deberían de ser entendidos sus comentarios en Twitter y otras redes sociales, que aunque tienen un repercusión económica, por ejemplo en el peso, tienen poca resonancia al interior de las mesas de negociación donde los trabajos se llevan a cabo en otro carril y bajo otras expectativas. Todo lo demás, por el momento, parece ser show. Por eso, en ese sentido, el gobierno de México y Canadá deberían aceptar el blof de Trump y entender que la retórica y estridencia es sólo eso.