Un enigma, el sufragio de los indecisos 

17 de Junio de 2024

Un enigma, el sufragio de los indecisos

sufragio de los indecisos 

Especialistas calculan en hasta 34.6 millones las personas que aún no deciden por quién votarán el 2 de junio; el voto duro de los proyectos políticos, insuficiente para definir la elección, sostienen

Han transcurrido 88 días de campaña, se han realizado los tres debates presidenciales y los mexicanos se disponen a emitir su voto para elegir al nuevo titular del Poder Ejecutivo. Sin embargo, a unas horas de la cita con las urnas, hay un segmento de ciudadanos que, en apariencia, no ha decidido por quién sufragar.

Existen análisis que consideran a los indecisos ciudadanos poco informados y que, por tanto, no tienen los suficientes elementos para decantarse por alguna de las opciones de la boleta electoral; en cambio, existen otras voces que los califican de potenciales abstencionistas o de personas que ya tienen definido su voto, pero que deciden no dar a conocer sus preferencias a las empresas encuestadoras. Es el también llamado “voto oculto”.

El pasado 20 de mayo, el diario El Financiero publicó una encuesta en la que ubica en 11% el volumen de indecisos. Si la lista nominal está integrada por 99 millones de votantes y la participación promedio en comicios presidenciales ronda el 60%, los indecisos integrarían un grupo de 6.5 millones de electores, lo que les daría la posibilidad de cerrar la elección o inclinar la balanza hacia uno de los polos.

En el otro extremo, la firma Áltica calculó en 1% el sector de mexicanos que no han decidido si votarán por Claudia Sheinbaum, candidata de la alianza Sigamos Haciendo Historia (Morena-PT-Verde); por Xóchitl Gálvez, abanderada de la coalición Fuerza y Corazón por México (PAN-PRI-PRD) o por Jorge Álvarez Máynez, del partido Movimiento Ciudadano. En este supuesto, los indecisos serían apenas 594 mil votantes, con escasas posibilidades de incidir en los resultados.

Para el analista político Rubén Aguilar Valenzuela, la categoría de indecisos, que en otros procesos electorales resultaba marginal, en estas elecciones amerita un análisis más profundo, ya que detrás de este fenómeno subyacen el “voto oculto” y los llamados switchers.

“Yo pienso que hoy habría que ampliar el campo a tres categorías. Desde luego, está el indeciso, pero también creo que las empresas encuestadoras han dado lugar a la idea del voto oculto. He conversado con varias cabezas de las encuestadoras y los cálculos varían: unos dicen que el voto oculto puede ser de 5%, pero otros lo llegan a estimar hasta en 20%”, refiere el analista.

Con base en estas estimaciones, el volumen de personas que no han decidido por quién votar para Presidente de la República o dieron de manera deliberada una respuesta incorrecta a los encuestadores oscilaría entre 2.9 y 11.8 millones de votantes (descontando el porcentaje promedio de eventuales abstencionistas).

Entre las razones para ocultar su preferencia electoral, Aguilar Valenzuela apunta que se trata de “ciudadanos que tienen temor de que la persona que fue a entrevistarlos no sea de una empresa encuestadora y piense que se trata de un ‘servidor de la nación’; entonces, con tal de no perder los beneficios de los programas sociales, dicen que van a votar por Morena, aunque en realidad su preferencia sea otra”.

Una tercera categoría en el universo de los indecisos, según Aguilar, es la de los switchers, personas que tienen cierta inclinación por alguna de las opciones electorales, pero que cuentan con elementos para cambiar de opinión, en función del contexto y de los acontecimientos previos a la votación.

“Me da la impresión de que sí hay un sector de la población que todavía no decide o que dijo cómo va a votar, pero va a votar de otra manera a la hora de estar en la urna. Me parece que esa masa crítica sí puede ser muy significativa en el resultado de esta elección”, opina.

El concepto de switcher ha sido documentado por el experto en estudios de opinión Gabriel González-Molina, quien en noviembre pasado publicó su libro Switchers S2. El segmento en la orfandad, en el que hace una segmentación del electorado en función de su alta o baja afinidad con las opciones para Presidente de la República.

Según el autor, de los 60 millones de mexicanos que se calcula irán a las urnas este 2 de junio, 21% (12.6 millones) es totalmente leal al proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador y otro 21% (switchers 1) es “muy afecto” a la gestión del tabasqueño, lo que le da a Morena un piso máximo de 42% de votantes.

Por otro lado, González-Molina estima que 23% de los electores (22.7 millones de mexicanos) se declara totalmente contrario al proyecto del mandatario saliente, en tanto que un 35% (34.6 millones) se encuentra “en la orfandad”, es decir, no están plenamente convencidos de por quién votar.

Esto significa, de acuerdo con el autor, que el voto duro de cada extremo del espectro no garantiza el triunfo para ninguna de las dos coaliciones que encabezan las encuestas, sino que la victoria está en manos de esos 34.6 millones de mexicanos que están a la expectativa del comportamiento de los candidatos en los últimos días de campaña, para tomar una decisión.

González-Molina establece que el perfil de los switchers 2 o mexicanos que no se sienten plenamente atraídos por ninguna de las candidaturas es de personas que “valoran su esfuerzo para salir adelante, aprecian el trabajo como fuente de riqueza, necesitan apoyo emprendedor, empleos con potencial de crecimiento, e impulso a los micro y pequeños negocios; exigen mejoras en educación y salud y una estrategia real contra el crimen organizado, y son sensibles a una narrativa de oportunidades para salir adelante y la esperanza de vivir mejor”.

En 2018, un estudio realizado por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey entre los votantes de la capital regiomontana definió al indeciso como una persona desinteresada de la política y sin afiliación partidaria, que no ha visualizado a un ganador en las elecciones.

Según la investigación de Arturo Casas y Gabriela Monforte, el nivel de indecisión aumenta cuando la persona es de clase media —con un nivel económico que le permite tener auto y casa propia—, con un grado educativo de preparatoria. Son empleados o amas de casa.

NM

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