Al rojo vivo

17 de Junio de 2024

Juan de Dios Vázquez
Juan de Dios Vázquez

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El anuncio reciente de una ola de calor sin precedentes que afectará a México plantea interrogantes sobre su posible relación con la violencia, un fenómeno igualmente alarmante. A nivel mundial se ha observado que cuando las temperaturas aumentan, también lo hacen las tasas de suicidio, crimen y violencia. Este fenómeno, evidente tanto en la vida cotidiana como en las redes sociales, donde se registra un incremento en los mensajes de odio y la agresión en línea durante las olas de calor ha sido vinculado por investigadores a la ansiedad y la depresión.

La conexión entre el calor y las emociones está arraigada en nuestro lenguaje y cultura. Expresiones como “méndigo calor”, “trae el diablo en el vientre” o que nuestra “sangre hierve” de ira reflejan esta confluencia. Pero los estudios científicos también están empezando a entender cómo el calor extremo afecta la salud mental. Se ha demostrado que incluso un aumento leve en la temperatura ambiente puede contribuir a una mayor probabilidad de experimentar depresión y ansiedad.

Esto se ve reflejado en un estudio liderado por Shabab Wahid, experto en salud mental de la Universidad de Georgetown, que reveló que este aumento en la temperatura ambiente afecta significativamente la salud mental a nivel global.

Investigaciones recientes señalan que, durante los meses cálidos, cuando las interacciones sociales se intensifican y la presencia de figuras de autoridad tiende a disminuir, hay una tendencia al aumento de conflictos interpersonales. También se ha descubierto una correlación entre las temperaturas extremas y un incremento en los conflictos armados, especialmente en zonas densamente pobladas y con recursos limitados. Asimismo, un estudio sobresaliente del Yale Journal of Biology and Medicine señala que por cada grado Celsius de aumento en la temperatura ambiente, el riesgo de comportamientos agresivos puede aumentar hasta 1.4 por ciento.

Por otro lado, se ha analizado la correlación entre el aumento de las temperaturas y el aumento de suicidios. Un estudio de 2018 realizado por el economista Marshall Burke encontró que un aumento de 1.8 °F (1 °C) en la temperatura promedio en Estados Unidos y México se correlaciona con un aumento de 1% en los suicidios. Esta tendencia, combinada con el aumento de días de calor extremo debido al cambio climático, representa una seria amenaza para la estabilidad mental a nivel mundial.

El aumento de los tiroteos masivos durante los meses de verano ha sido, a su vez, objeto de estudio en varios informes y análisis. Un estudio de 2016 en la Revista Americana de Salud Pública señaló que los tiroteos masivos tienden a aumentar durante estos meses, sugiriendo una influencia estacional.

Además, el Buró de Estadísticas de Justicia encontró en un informe de 2014 que los crímenes violentos, como homicidios y agresiones, son más comunes durante el verano que en otras estaciones. La creencia de que el calor incrementa la agresión se ha mantenido durante mucho tiempo y se ha respaldado con hallazgos de un estudio de 2021 del Buró Nacional de Investigación Económica, que mostró un aumento significativo de la violencia entre reclusos en días calurosos. El aumento de la temperatura corporal durante el clima cálido puede aumentar la incomodidad y la irritabilidad, contribuyendo así a un aumento de la ira y la violencia. Además, el mayor tiempo libre durante el verano brinda más oportunidades para la perpetración de crímenes, especialmente entre los jóvenes, ya que no están en la escuela.

La investigación científica y médica sobre este tema está en constante evolución, y los hallazgos más recientes están arrojando luz sobre la relación entre el calor extremo y los pobres resultados de salud mental. Los estudios muestran que el aumento de la temperatura puede influir en el comportamiento humano de múltiples maneras, desde aumentar la agresividad y la irritabilidad, hasta contribuir al desarrollo de trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad.

Hoy sabemos que el calor influye en la actividad de la amígdala, y que esta influencia puede intensificar la afectividad negativa y aumentar la probabilidad de comportamientos impulsivos o violentos.

Uno de los principales mecanismos a través de los cuales el calor afecta la salud mental es a través de su impacto en el sueño. Durante las olas de calor, es común que las personas experimenten dificultades para conciliar el sueño y permanecer dormidas durante la noche debido al calor y la incomodidad. Esta falta de sueño puede tener efectos negativos en el estado de ánimo y la cognición, lo que puede aumentar la irritabilidad y la susceptibilidad a los trastornos del estado de ánimo.

Los efectos del calor extremo en la salud mental también pueden estar influenciados por factores sociales y culturales. Por ejemplo, las comunidades que carecen de acceso a aire acondicionado y otros recursos para combatir el calor pueden estar en mayor riesgo de experimentar problemas de salud mental durante las olas de calor. Del mismo modo, las comunidades que enfrentan desafíos socioeconómicos y ambientales pueden estar más expuestas a la violencia y otros problemas sociales durante periodos de calor extremo.

Para abordar estos desafíos, es crucial que las comunidades y los responsables de formular políticas tomen medidas para proteger la salud mental de las personas durante las olas de calor. Esto puede incluir la implementación de programas de educación pública sobre los riesgos para la salud mental asociados con el calor extremo, así como la provisión de recursos y servicios para ayudar a las personas a hacer frente a los desafíos que enfrentan durante estos periodos.

La relación entre el calor y la violencia es compleja y multifacética. Si bien las altas temperaturas pueden aumentar la irritabilidad y la agresión en algunas personas, no son la única causa. La violencia es un fenómeno multifacético influenciado por factores sociales, económicos y culturales. Por eso, es esencial abordar tanto los desafíos climáticos como los sociales para construir una sociedad más resiliente y segura.

Esto implica tomar medidas preventivas para enfrentar las condiciones climáticas extremas, pero también abordar las causas subyacentes de la violencia, como la desigualdad socioeconómica y la falta de acceso a oportunidades. Sólo a través de un enfoque integral podremos trabajar hacia un futuro donde el calor extremo ya no sea sinónimo de violencia desenfrenada.

En última instancia, la comprensión y la conciencia de los efectos del calor extremo en la salud mental son fundamentales para proteger el bienestar de las personas y las comunidades.

Al tomar medidas para mitigar los impactos negativos del calor extremo en la salud mental podemos trabajar hacia un futuro donde todos puedan vivir vidas saludables y productivas, independientemente de las condiciones climáticas.

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