La diferencia aritmética que se ha abierto en Puebla, entre la opción del actual sistema y el candidato opositor, comienza a sentirse en la percepción de desesperanza del equipo del segundo.
Según se ha visto en varias mediciones, Alejandro Armenta, de la coalición de cinco partidos que encabeza el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), recorre las regiones del estado sin contratiempos, mientras el panista Eduardo Rivera, de PRIANPRD y el local PSI, tiene dificultades para desarrollar una agenda propia.
Mientras el primero se ve en plena campaña, el segundo pareciera que apenas comienza a calentar motores.
El lunes pasado se cumplió la primera quincena de las campañas locales. En los medios de comunicación el morenista Armenta lleva predominancia, y el trabajo de su equipo de comunicación se deja sentir.
En tanto que Rivera batalla para conseguir reuniones apenas nutridas en la capital del estado, la ciudad, que recién gobernó, porque el panista es alcalde con licencia definitiva.
La fórmula de Morena y Armenta estableció voceros temáticos que se suben al ring con el candidato opositor y él termina enganchándose con esos temas.
Así, Armenta no presta atención directa ni voltea siquiera a ver a Rivera. Tarde, pero este esquema de voceros armentistas lo han intentado replicar Acción Nacional y su candidato a la gubernatura, pero sin el mismo efecto.
Este martes la legendaria panista, considerada así en Puebla, Ana Teresa Aranda Orozco, trató de provocar al candidato de Morena sin lograrlo.
“La Doña”, como le dicen cariñosamente sus seguidores, ha jugado un papel prácticamente surrealista, pues ella que fue ícono nacional del blanquiazul, hoy va en alianza con el PRI y ha terminado por ser compañera de fórmula de Néstor Camarillo, dirigente estatal de tricolor, quien, por cierto, hoy es señalado por haber mentido en su autodescripción como indígena para conseguir la candidatura al Senado de la República en primera fórmula.
Aranda es su compañera en segunda fórmula, aunque también va por la vía plurinominal.
En otros tiempos, la mujer máxima representante de Acción Nacional en Puebla sería considerada la artillería pesada para el enfrentamiento con los adversarios políticos; sin embargo, hoy está convertida en vocera de los priistas, acabando con ello con la autoridad moral y fuerza ideológica que hubiera tenido en otra época.
Pareciera que la última oportunidad del Partido Acción Nacional y sus aliados para remontar la ventaja que saca Alejandro Armenta a Eduardo Rivera, será el próximo 12 de mayo cuando se celebre el debate formal que ha agendado el Instituto Estatal Electoral.
En Puebla hay un tercer participante por Movimiento Ciudadano que es Fernando Morales Martínez, hijo del exgobernador Melquiades Morales Flores. Por supuesto es expriista.
La posibilidad de que el debate en Puebla tenga buen nivel ha entusiasmado a la clase política, porque los tres aspirantes han sido legisladores y en sus tiempos fueron buenos tribunos.
Eduardo Rivera ha sido diputado local y federal, lo mismo Fernando Morales del partido naranja. Pero quién tiene más escuela es Alejandro Armenta, que ha sido diputado local y federal, senador y hasta presidente de la Cámara de Senadores.
El debate del 12 de mayo pareciera la única y última oportunidad para algunos, mientras para otros será el momento de administrar su delantera.
En Cortito: En el Estado de México, Tlalnepantla se ha convertido en la joya de la corona, por lo que para obtenerla, la clase política ha recurrido a conjuros, vendettas, acuerdos en lo oscurito, reconciliaciones incómodas y alianzas de agua y aceite.
Nos cuentan que Morena quiere agandallar a como dé lugar la presidencia municipal, pasando por encima de sus propios correligionarios.
El morenista Raciel Pérez Cruz, exalcalde y candidato perdedor en el 2021, ahora está haciendo acuerdos hasta con el mismo diablo para ganar votos que le ayuden a sacar de la presidencia municipal a Tony Rodríguez, quien busca la reelección para darle continuidad a su proyecto de gobierno por tres años más.
Vaya escenario el que se vislumbra al interior de las filas guindas, pues los puros (como se identifican a los que nacieron con MORENA) se ven opacados por arribistas que ven una oportunidad de continuar gozando del poder y la impunidad que sus partidos ya no les permitieron.
No hay más que echar un ojo a las recientes alianzas. El diputado con licencia Adrián Juárez, panista de cepa, ahora aliado de Raciel para poder ocupar la primera regiduría luego de que ni su partido ni la alianza lo quisiera sumar por disruptivo y abusivo .
Jonás Sandoval, quién fuera titular de OPDM en tiempos de Pérez Cruz y luego acérrimo rival de este último, lo que lo llevó a obtener una inhabilitación por actos de corrupción y falsificación de documentos.
O al exdirigente del PRI municipal y también excandidato perdedor Luis Manuel Orihuela que abandonó a su partido y a su amiga de años, Alejandra del Moral, por irse a una mejor vida, enarbolando a la 4T, misma que no le ha dado ni una diputación como lo pretendía, ni una sindicatura o regiduría vaya ni una dirección de área.
Nos dicen que la base morenista está preparando ya un golpe de timón para terminar con las sucias intenciones de Raciel Pérez, quien en ánimo de ganar la presidencia, está vendiendo los pocos espacios a arribistas y enemigos políticos, que según él le ayudarán a recuperar la alcaldía de la que fue sacado en 2021 gracias a sus múltiples fracasos en la administración y nulas obras en beneficio de los habitantes de Tlalnepantla