Al cierre de esta administración, y a unas cuantas semanas de la elección presidencial, hay un tema de la agenda pública que ha provocado que vayan y vengan pasos acelerados y nerviosos por los pasillos del Palacio Nacional.
Se trata del tema de salud, y no sólo desde la perspectiva de las tareas pendientes, como la instrumentación de la cobertura de salud universal, la operación de la “Megafarmacia” o las insuficiencias en el abasto de medicamentos.
El motor central de las preocupaciones radica en que durante las últimas semanas la empresa Intelite realizó un análisis, solicitado por la propia Presidencia, a partir de un proceso de consulta a las familias y personas relacionadas con pacientes que sufren algún tipo de cáncer.
Después de hacerles varias preguntas que permiten tener información cualitativa y cuantitativa, los resultados apuntan hacia que una abrumadora mayoría de los consultados señalan al propio jefe del Palacio como el principal responsable de la falta de medicamentos para el cáncer.
Claramente, le funcionó muy bien a Hugo López-Gatell operar políticamente la estrategia de salud, puesto que, al final de cuentas, logró aventar hacia arriba las responsabilidades. Se trata de una jugada que para muchos podría considerarse como políticamente inteligente, fría y audaz, pero también hay conocedores de lo que sucede detrás del telón de la política que tienen una opinión diferente y apuntan sin equívocos a que aventar las broncas hacia arriba, más que un acto de cobardía, es un acto de deslealtad.
Lo paradójico de esta historia es que a pesar de todo lo anterior, ya se comenta en los pasillos del Palacio que el presidente López Obrador está considerando al mismísimo doctor López-Gatell como un posible mariscal de campo para reforzar la estrategia de salud, para que los asuntos emblemáticos de su administración, como son la “Megafarmacia” y la cobertura universal, no se conviertan en un lastre el próximo 2 de junio.
Los más leales del Palacio no han podido ocultar su preocupación frente a la posibilidad de que precisamente quien metió al presidente en el callejón sin salida de la salud sea el que vaya a encontrar la fórmula mágica para sacarlo del problema. ¿Premio a la deslealtad y a la ineficacia? Al tiempo.