Necesitamos remontarnos a hace más de 300 años, en Francia donde surgió El Espíritu de las Leyes, por el jurista Montesquieu, que dio lugar a la teoría (entonces revolucionaria) de la “separación de poderes”.
Desde entonces, Montesquieu anticipaba: “Todo hombre que tiene poder se inclina por abusar del mismo; hasta que encuentra límites. Para evitar el abuso, hace falta disponer medidas para que el poder detenga al poder”.
De ahí que se establece la división del poder, para balancearlos, check and balance pesos y contrapesos.
El poder se divide en tres partes:
1. El Poder Legislativo: responsable de crear y modificar leyes.
2. El Poder Ejecutivo (la figura presidencial y su gabinete): responsable de traducir estas leyes en acciones para toda la ciudadanía.
3. El Poder Judicial (los tribunales, jueces y ministros magistrados): tiene la finalidad de velar por el cumplimento de la Constitución y de las Leyes en general, hacer cumplir las responsabilidades de las sociedades y proteger los derechos de los ciudadanos. Éste no puede responder a partidos, ni intereses particulares. Es el guardián de la legalidad. Un Poder Judicial independiente puede ser un freno eficaz del Poder Ejecutivo.
Sabemos que en esta elección Morena ganó la presidencia (el poder ejecutivo).
También ganó la mayoría del poder legislativo.
Pero ahora quieren reformar el poder judicial, que se voten los jueces sin importar si cuentan con los conocimientos técnicos, la experiencia y lo más importante; la autonomía respecto a partidos políticos u otros intereses particulares.
¿Ustedes creen que la justicia se debe votar?
¿Ven una amenaza porque todo el poder se cargue a un solo lado?