Desde la llegada del presidente Lula a gobernar Brasil en enero de 2023 volvieron a pesar las acciones de este inmenso país en el concierto mundial, y ahora ha tomado la presidencia del llamado G-20, que agrupa a las principales economías del mundo. Su ministro de Hacienda, Fernando Hadad, en febrero de este año en una reunión de ministros de finanzas del grupo en la ciudad de São Paulo, planteó la necesidad de que los países implementen un impuesto global para las personas más ricas y así tratar de evitar la que denominó “desbordada evasión fiscal” de unos cuantos en cada país.
Con esa finalidad, el ministro invitó al economista francés Gabriel Zucman a elaborar un documento y debatir sobre la fiscalización a los súper ricos o “mil millonarios”, como se les conoce.
El economista es discípulo del famoso también economista francés Thomas Piketty y se ha convertido en un gurú sobre las desigualdades de los sistemas tributarios que solo benefician a unos cuantos.
Habría que mencionar que, por alguna razón todavía no clara, muchos economistas, pero también personas de otras ramas cercanas del conocimiento en nuestra América Latina llevan años escribiendo y haciendo propuestas sobre estos temas, pero han sido relegados a las revistas especializadas que, como sabemos, tienen escasa difusión. Lo digo sin menoscabo del reconocimiento al trabajo de Zucman, quien en 2014 escribió un interesante libro titulado La riqueza oculta de las Naciones, en el que hace una dura crítica a los paraísos fiscales de muchas partes del mundo, no sólo en pequeñas islas del Caribe.
Actualmente Zucman es director del Observatorio de Fiscal de la Unión Europea, que es un centro de políticas fiscales cuyo objetivo es, aparte de investigar, proponer qué se debe hacer para evitar la evasión fiscal.
Ha manifestado que ya es hora de que los dirigentes políticos hablen con la verdad; incluso ha criticado a algunos de ellos que, en la última reunión de Davos, defendieron una fiscalización más justa y que los que más tienen paguen más, pero al mismo tiempo hablan de las bondades del libre mercado, la necesaria globalización y la libre movilidad de capitales.
El documento elaborado por Zucman para el G-20 y denominado en inglés “For a coordinated minimums effective taxation standard for ultra-high-net-worth individuals”, se presentó el pasado mes de junio y está en las redes.
En la introducción se menciona como un logro del G-20, la aprobación por más de 130 países de un impuesto a las grandes empresas multinacionales a partir de 2021; si bien lo han aprobado tantos países, sólo 30 lo están llevando a cabo.
La propuesta central del documento es que se fije una tasa mínima de impuesto del 2% a la riqueza de los llamados mil millonarios que, aplicado sólo a 3000 personas en todo el mundo, darían entre 200 y 250 mil millones de dólares anualmente de ingresos a los países; recordemos que somos aproximadamente 8000 millones de personas habitando hoy el planeta. Y si además se extendiera dicho impuesto a los centi millonarios, se captarían adicionalmente entre 100 y 140 mil millones de dólares.
Recientemente, 20 expresidentes y primeros ministros del mundo le han pedido a Biden y al G20 que se apruebe esta propuesta.
El documento menciona que estos ingresos extraordinarios para los países deberían destinarse a educación, salud, infraestructura pública, transición energética y mitigación del cambio climático.
Para nuestro país sería altamente beneficioso ese gravamen y dedicarlo a los temas mencionados en el documento, ya que son exactamente los de mayor preocupación y que han sido poco atendidos durante la presente administración.
Esperemos que el nuevo gobierno pueda aquilatar esta propuesta, más allá de los posibles acuerdos con los empresarios mil millonarios, privilegiando los acuerdos con la clase media y los pobres.