Tan atrás de Ricardo Anaya y tan lejos de Andrés Manuel López Obrador. Así están en el PRI.
El escenario oscuro y funesto de una estrepitosa derrota aparece en el espejo algo más lejano de lo que realmente está.
Para Anaya las cosas comenzarán a complicarse en la medida en que, efectivamente, no hay animal más peligroso que una fiera herida la cual ha encontrado del queretano ciertas irregularidades sustantivas que pueden ser atendidas penal y mediáticamente.
La presentación estelar de un mediano equipo de campaña en el PRI es más la declaración artificial de un entusiasmo inexistente que la evidencia de una capacidad de remontarse en tres meses hacia una situación de competitividad real por el poder nacional.
El partido que presumía de tener gran disciplina -cuando en realidad no había otra opción competitiva en el sistema de partidos realmente joven y contradictorio con el cual contamos- ha comenzado a demostrar la relatividad de la leyenda para este 2018 como ya lo ha evidenciado en varias ocasiones previas, para nuestra generación, al menos desde 1987.
Las rupturas surgen dentro de la PGR, la SHCP, la Sedesol y la Sedatu. Faltan las del Estado de México.
Amigos y enemigos de quienes deberán cargar con responsabilidades incluso penales, envidias y defensas de quienes se han visto o no beneficiarios en los últimos seis meses, dentro y fuera de esas secretarías, han comenzado a difundir información de los desvíos hacia el PRI.
Todavía no hay suficientes datos para identificar el final en la la ruta de colisión interna del priismo.
Sin embargo, es posible incluir entre las diversas opciones probables el momento en que a la opinión pública le sea posible identificar el establecimiento del vínculo entre la Presidencia de la República, las reasignaciones presupuestarias opacas hacia la elección que terminó con la formalización del mantenimiento del poder de Alfredo del Mazo y esas mismas dependencias.
Hay varias decenas de servidores públicos que tienen evidencia de la ilegalidad interna del manejo del presupuesto en este gobierno.
En el escenario futuro tienen dos incentivos -crédito social o enfrentar acción penal- para dar a conocer de manera abierta o filtrada la información que conocen. Ojalá que su decisión sea oportuna para contribuir a una elección aún más informada.
El primer capítulo de la serie Black Mirror, Nosedive, ofrece la tentadora analogía con un esfuerzo artificioso de recuperación y crecimiento de un crédito social de un momento inminente del futuro; similarmente, esa aspiración es insostenible para el PRI desde la opinión pública, dominada en este 2018, especialmente en redes sociales por una antipatía profunda hacia el partido de Enrique Peña Nieto y en segundo lugar hacia el PAN.
La protagonista del capítulo termina en la cárcel insultándose con otro personaje que, en ese contexto de la serie de Netflix, merecía igualmente estar en ella.
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