¿Cómo cuidamos a quienes nos cuidan?

6 de Mayo de 2024

¿Cómo cuidamos a quienes nos cuidan?

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El problema de salud mental en los equipos médicos, como consecuencia del Covid-19, ya ha empezado a estudiarse en China y encontraron que hay síntomas de estrés en un 74% del personal; depresión en la mitad, ansiedad en 45% e insomnio en 13 por ciento

A mediados de mayo de 2012, “una enfermera del hospital donde trabajo, encargada de administrar la quimioterapia a los pacientes con cáncer y que tenía fama de ser muy amable y dulce con los pacientes y sus familiares, un terrible día, un domingo en la noche asesinó a su hijo de una manera y luego intentó suicidarse”, recuerda el psiquiatra Moisés Rozanes.

›“Un mes antes de que sucediera este hecho terrible, ella se me acercó y me preguntó si la podía recibir en consulta, le dije que sí, que por supuesto. Pasaron las semanas, no asistió a la consulta y asumí que el problema había sido, hasta que sucedió eso”.

¿Preparados?

Así como faltan respiradores, mascarillas y otros materiales necesarios para enfrentar la pandemia de Covid-19, los profesionales de la salud carecen de la preparación psicológica necesaria para tener cuidado de su propia salud mental. Sucede en todo el mundo y México no solo no es la excepción sino que ha venido arrastrando graves carencias.

En condiciones normales, los equipos médicos son particularmente susceptible a los padecimientos de salud mental. Por ejemplo, un documento de la Facultad de Medicina de la UNAM, que en 2007 explicaba qué es el síndrome de burnout, señala que no es casualidad que este problema haya sido descrito por primera vez entre los profesionales de la salud: sus grandes responsabilidades, altas cargas de trabajo y horarios extremos son los desencadenantes ideales para el desarrollo de esta condición, entre otros padecimientos de salud mental.

El recrudecimiento de este problema que sucederá como resultado del Covid-19, aun cuando es menos inmediato que el riesgo de contagio, puede tener graves consecuencias para médicos, pacientes y la población en general; sobre todo porque la pandemia no es una crisis que pasará pronto. No es una carrera corta sino para un maratón que durará meses y en el que no conocemos la ruta.

›En entrevista, la doctora María Elena Medina Mora, jefa del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, comenta que el problema ya ha empezado a estudiarse a partir de la experiencia en China.

“Ya tienen algunos resultados preliminares, observan síntomas de estrés en un 74% del personal; depresión en la mitad, ansiedad en 45% e insomnio en 13 por ciento”.

Averiguaron qué modificaciones pedía el personal de salud para poder hacer mejor su trabajo.

“Además de apoyo para procurar su propia salud, hablaban también sobre la capacitación en habilidades psicológicas para tratar las ansiedad, el miedo y los trastornos emocionales de sus pacientes y pedían personal de salud mental disponible para ayudar directamente a los pacientes; también la participación de protección civil para contener a algunos pacientes.

“Eso te habla de por qué se dice que es una epidemia de miedo… Todo mundo tiene miedo”, detalló la especialista.

Algunas otras propuestas son: que el hospital les ponga un lugar para descansar, donde pudieran aislarse temporalmente; también alimentos y suministros para la vida diaria y la posibilidad de grabar sus rutinas para enviar a sus familiares para eliminar la ansiedad.

Heridas morales

Las situaciones excepcionales de esta crisis aumentan la posibilidad de padecer lo que se conoce como lesiones morales, señalan Neil Greenberg, profesor de defensa de la salud mental del King’s College de Londres y su equipo.

“Lesión moral” es un término psicológico que surgió en el ambiente militar, y si bien no se trata de un problema de salud mental en sí mismo, es uno de los orígenes más directos de la pérdida de la salud mental.

“Las lesiones morales suceden cuando llevamos a cabo acciones, o permanecemos inactivos, en contra de nuestros principios y de lo que consideramos una conducta ética.

“Quienes sufren heridas morales suelen experimentar pensamientos negativos acerca de sí mismos o de otros (por ejemplo, ‘Soy una persona horrible’ o ‘A mis jefes no les importa la vida de las personas’), así como sentimientos intensos de vergüenza, culpa o asco. Estos síntomas pueden contribuir al desarrollo de dificultades de salud mental, como depresión, trastorno de estrés postraumático e incluso ideación suicida”, explica Greenberg.

Para prevenir este tipo de lesiones es necesario tener protocolos, reglas y códigos muy claros. Sobre todo porque el personal de salud tiene que tomar decisiones difíciles desde el punto de vista ético, como a quién se admite dentro del hospital o a quién le es asignado un 
respirador.

Medina Mora destaca una publicación en The Lancet que señala la necesidad de crear sistemas para evaluar las posibilidades de que se cometan errores. Hacer, por ejemplo, un monitoreo del agotamiento del personal de salud para adaptar los turnos o identificar cuando alguno de ellos tengan síntomas de depresión o ansiedad y con ello tenga más probabilidades de cometer errores.

“Como hay tanto estigma en torno a la salud mental, sobre todo los residentes, que son jóvenes de tercer año de facultad, no piden ayuda suficientemente rápido, comenta, hay que son seres humanos sometidos a condiciones muy difíciles”.

Para Medina Mora es importante entender que el error que pueda cometer un individuo es, más bien, un error sistémico, que el protocolo no estaba bien diseñado o que falló el monitoreo.

Fatiga por compasión

Además de los padecimientos mencionados, ante una enfermedad para la que no hay vacuna ni tratamiento y para la que solo se pueden administrar cuidados paliativos, los profesionales de la salud se exponen a sufrir lo que se conoce como fatiga por compasión, resultado “del compromiso emocional con el paciente que sufre”.

En contraste, Medina Mora comenta que en México ya hay enfermeras temerosas de salir a la calle con uniforme por temor a ser agredidas, que en una población de Morelos hubo amenazas de quemar un hospital si recibía a pacientes con Covid-19 y que la gente se enoja mucho cuando se le dice, por ejemplo, que no califica para hacerle una prueba de Covid-19.

Igual que con las demás medidas, quizá no se trata de que haya una orden federal para aplaudirles a los profesionales de la salud, sino de que cada uno de nosotros piense en cómo puede apoyar y cuidar la salud de quienes se dedican a cuidarnos.

A título personal, añade, los riesgos ya señalados, aunque en menor medida, no sólo aplican para profesionales de la salud, sino para policías, repartidores, cajeros, taxistas, conductores de peseros, mis colegas que reportean en las calles y aquellos que se encuentren en estos momentos realizando tareas esenciales o simplemente están imposibilitados de quedarse en casa. Para todos ellos debe haber compasión sin temor a la fatiga.

El Hospital General Regional 72 del IMSS Es uno de los epicentros de la batalla contra el Covid-19 en México. jóvenes y adultos mayores declara-dos con el virus o sospechosos de tenerlo tienen una esperanza: que el personal de salud los salven.

“Quienes sufren heridas morales suelen experimentar pensamientos negativos acerca de sí mismos o de otros (por ejemplo, ‘soy una persona horrible’ o ‘a mis jefes no les importa la vida de las personas’), así como sentimientos intensos de vergüenza, culpa o asco”.

Neil Greenberg, profesor del King’s College de Londres.

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