Al parecer las grandes fortunas que vienen acompañadas de grandes conglomerados en el mundo son más contaminantes que la población en su conjunto. Según un estudio de Oxfam, en México, sólo el 1% de los dueños de las fortunas más acaudaladas del país generó más emisiones de carbono que el 80 % de toda la población del país, por lo que está solicitando que se apliquen impuestos justos que vayan de la mano de la contaminación que generan y que perjudican al habitad.
Este desequilibrio no solo plantea desafíos ambientales, sino que también tiene implicaciones económicas sustanciales. Las emisiones excesivas del 1 % más rico amenazan con desencadenar 1.3 millones de muertes adicionales relacionadas con el calor entre 2020 y 2030. Este impacto no solo se traduce en una pérdida de vidas humanas, sino también en un costo económico considerable para la sociedad mexicana.
Actualmente el mundo, incluido México, está luchando por una sequía excesiva que está provocando cambios en los hábitos de la agricultura y que está afectando en los rendimientos de lo sembrado. En nuestro país se han encendido las alertas sobre la preocupación en el campo que lleva cinco años acumulando sequías que en 2024 podrían generar impactos serios sobre los ecosistemas que ya se están observando.
A nivel global, la desigualdad climática se manifiesta de manera clara, donde el 1 % más rico del mundo comparte la misma huella de carbono que los dos tercios más pobres de la población mundial. La concentración de emisiones en manos de los más ricos no solo perjudica el medio ambiente, sino que también plantea una amenaza directa a la estabilidad económica.
Amitabh Behar, director ejecutivo interino de Oxfam Internacional, destaca la necesidad urgente de abordar esta conexión intrínseca entre riqueza y degradación ambiental. “Los más ricos están desencadenando una crisis ambiental mientras asfixian a la humanidad con eventos climáticos extremos”, subraya Behar.
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El informe aboga por la implementación de impuestos equitativos a los individuos más acomodados como un paso crítico para mitigar tanto el cambio climático como la desigualdad económica. Gravar los ingresos del 1 % más rico a un tipo del 60 % no solo reduciría las emisiones, sino que también generaría 6.4 mil millones de dólares anuales, recursos esenciales para financiar la transición hacia energías renovables y abandonar la dependencia de los combustibles fósiles.
Oxfam insta a los gobiernos, incluido el de México, a abordar de manera proactiva esta doble crisis, proponiendo una reducción significativa de la desigualdad, el abandono inmediato de los combustibles fósiles y la priorización del bienestar de la población y el planeta sobre la búsqueda incesante de beneficios económicos
En el caso específico de México, se resalta que el 1 % más rico del país duplicó sus emisiones de carbono entre 2000 y 2019, mientras que el 99 % restante logró reducir las suyas en un 30 %, un gran contraste. La conexión entre la crisis climática y la desigualdad económica es innegable, y Alexandra Haas, directora ejecutiva de Oxfam México, subraya la necesidad urgente de un impuesto a los más ricos para abordar ambas crisis.
La conclusión es clara y contundente: la desigualdad climática no solo amenaza el medio ambiente, sino que también impone un costo económico significativo. Abordar esta disparidad es esencial no solo para la preservación del planeta, sino también para salvaguardar la estabilidad económica de México y el bienestar de sus ciudadanos.
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