El miedo a la cercanía

4 de Agosto de 2025

Diana Loyola

El miedo a la cercanía

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EJECENTRAL

La RAE define el miedo como la angustia por un riesgo o daño real o imaginario, o como el recelo o la aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea. Por su parte, la cercanía , nos dice, es la cualidad de cercano, próximo o inmediato. Hilvanando ideas a partir de estas palabras, las preguntas que me ocupan son ¿por qué nos dará tanta angustia abrirnos al otro, compartirnos, mostrarnos?, ¿por qué el miedo a la cercanía?

Es casi un arte saber crear vínculos donde nos sintamos aceptados, donde podamos equivocarnos, disculparnos y resarcir los daños, relaciones donde nos expongamos sin temor a ser mal recibidos, a ser juzgados o rechazados, lazos que sumen… amistades, amores, cariños, todos los necesitamos, aún los solitarios, aquellos que saben muy bien vivir con su propia compañía.

Lamentablemente no nos enseñan a ser tan creativos, el común denominador es encontrar mujeres y hombres con dificultad para encontrar con quién compartir la vida; personas casadas con brete para relacionarse sanamente con sus cónyuges, novios que sufren ansiedad por infinidad de motivos que tienen qué ver con su media naranja, amigos que no logran atravesar conflictos y se abandonan, ejemplos sobran. Me queda claro que no son tiempos fáciles en estas cuestiones de ser frente al otro en total honestidad, para casi nadie. Encontrar pareja, mantenerla, crecer con ella, lograr amistades profundas, intimar en libertad… parecieran empresas casi imposibles.

El miedo puede ser causa y efecto, origen y resultado, todo depende de la vivencia. Creemos falsamente que cuidarnos más, confiar menos, ser a medias, nos mantendrá a salvo, nos dará el control sobre la relación. Acercarnos desde quienes somos es casi una hazaña exclusiva de los más valientes. Nuestra incapacidad para transitar los problemas merma la confianza, nos dificulta la comunicación y nos hace sentir constantemente inadecuados. Sin embargo, todos pedimos amar y ser amados.

Construir relaciones sanas, empáticas, que fomenten el compartir dos mundos, sin recelos, dependencias o expectativas irreales, depende en gran medida de vencer los propios miedos, de valorar nuestro universo personal, de crear los vínculos que queremos y no los que tememos, de aceptarse a si mismo y amarse, de hecerse responsables de la felicidad particular y acompañar al otro desde ahí, de recordar -como acertadamente escribió la terapeuta Valeria Villa- “que hay una historia detrás de cada persona y una forma irrepetible de interpretar el mundo (…)” y respetarlo.

El miedo a la cercanía puede impedirnos vivir en plenitud, puede aislarnos o estropearnos vínculos. Ceder ante él es tentador pues nos da la ilusoria sensación de que si nos retraemos estamos seguros, sin embargo genera ansiedad, inseguridad y encierro. Rebelarnos a este miedo es una respuesta sana y un buen filtro para decidir con quién podemos dejarnos ser y convivir en bienestar.

¡Hasta la próxima!. @didiloyola