El Candidato: política ficción

13 de Mayo de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

El Candidato: política ficción

alejandro aleman

En algún momento, rumbo al final de El Candidato (la nueva serie creada por el reconocido productor y guionista Peter Blake), el poderoso y violento narcotraficante, Rafael Bautista (Joaquín Cosío), se sincera con el joven idealista jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Lalo Yzaguirre (José María de Tavira), y le confiesa: “esta matanza no existía hasta que nos echaron al ejército en 2006”.

¡Caray!, hasta en las series la culpa es de Calderón.

En El Candidato, el narcoestado mexicano no es una posibilidad sino un hecho consumado. Los malandros tienen cooptado al joven jefe de gobierno y la mismísima CIA se pasea por las calles de la CDMX persiguiendo narcos y tirando harta bala.

No obstante el título de la serie, esto no es tanto un serial sobre la corrupta política mexicana sino una fantasía policíaca. Un par de agentes —el amargado y veterano Wayne (James Purefoy) y la novata Isabel Alfaro (Eréndira Ibarra)— están muy cerca de capturar a Bautista, aunque también sospechan del —en apariencia— impoluto Jefe de Gobierno quien, a la menor sospecha de corrupción de un funcionario de su gabinete (le cacharon unas casitas), lo manda patitas en la calle. ¡Bendita ficción!

El acierto indiscutible de esta serie es la ambientación. Blake usa a plenitud las calles de la ciudad como su muy particular estudio de televisión. No sólo aparecen las clásicas colonias Roma, Polanco y Condesa, sino que Blake sale y filma en Tepito, Iztapalapa, la Doctores, y muchos lugares que no son escenario usual del imaginario visual televisivo. La CDMX es el verdadero protagonista de esta historia.

La verosimilitud de sus imágenes se diluye frente a los diálogos (francamente malos) y una trama poco creíble, donde todo mundo habla inglés (desde los policías federales hasta los delincuentes de Tepito), las cámaras del C5 trabajan de maravilla y la policía es superprofesional.

Las actuaciones no son particularmente destacables, los cameos están a la orden del día (Ofelia Medina, Roberto Sosa, Silverio Palacios y Fernando Becerril) y el desarrollo de personajes es nulo, más allá de los giros de tuerca de rigor para mantener atento al respetable.

No es la primera vez que Peter Blake escribe sobre una ciudad caótica: en su anterior serie, Gotham —sobre una ciudad gótica previa a Batman—, también operaban los héroes y villanos de papel, atormentadísimos todos por su oscuro pasado.

Visible apenas por su extraordinaria producción, los narcos de El Candidato hacen rehén a todo un país, incluyendo a sus políticos. El problema es que acá no llegará Batman a salvarnos.

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