Diplomacia mexicana. Los trabajos y los días

8 de Julio de 2025

Omar Hurtado
Omar Hurtado

Diplomacia mexicana. Los trabajos y los días

Omar Hurtado Ok

No hay duda sobre la importancia que representa para un país contar con un servicio diplomático profesional de carrera, como es el caso de México. El Servicio Exterior Mexicano (SEM) es el cuerpo permanente de personal diplomático encargado de representar al Estado en el extranjero, responsable de ejecutar la política exterior, integrado por las ramas diplomático-consular y técnico-administrativa.

Según fuentes de la SRE, al mes de mayo pasado, la rama diplomático-consular contaba con 777 funcionarios y la técnico-administrativa con 423, un total de 1200 funcionarios, un servicio exterior acotado para el papel que debe desempeñar México en el exterior. Países de similar tamaño y desarrollo de México como Brasil o Argentina, tienen un mayor número de plazas en sus respectivos servicios exteriores.

Tampoco hay duda sobre el profesionalismo, la especialización y el alto reconocimiento que ha alcanzado el SEM en el exterior, lamentablemente marginado y descalificado considerablemente en el sexenio pasado y en lo que corre del actual, en un ámbito de peligrosa destrucción institucional en el país.

En febrero pasado se anunció una nueva y retrasada convocatoria de ingreso al SEM para la Rama Diplomático-Consular 2025, cuyo proceso de selección va en su etapa intermedia. Si bien la ley correspondiente (LSEM) demanda que los concursos de ingreso deben realizarse preferentemente cada año, en el sexenio anterior sólo hubo una convocatoria en noviembre de 2021, en un entorno burocrático, carente de recursos económicos y sobre todo desinterés del obradorismo por los asuntos internacionales y de las altas esferas de la Cancillería, lo que ha mermado ampliamente a esta Institución diplomática, tanto en sus funciones en el exterior por falta de personal, como en su estructura escalafonaria de movilidad, ascensos y salarios, hace más de 25 años que no hay incrementos salariales en el SEM en un mundo exterior cada vez más demandante.

El personal diplomático de carrera es permanente y su desarrollo se basa en principios de preparación constante, competencia y superación. Su ingreso se realiza por oposición y concurso público, cuyo desarrollo del rango más bajo de la diplomacia de agregado diplomático a embajador podría durar un promedio de treinta años, si es que se alcanza la cúspide, sujeto a evaluaciones permanente de expediente, méritos y eficiencia, antigüedad, nuevos idiomas, exámenes escritos y orales y publicaciones.

El ingreso es altamente competido. La actual convocatoria, destaca la Cancillería, ha sido diseñada a efecto de favorecer la paridad de género en el SEM, para cubrir 66 plazas de Agregada diplomática y 33 de Agregado diplomático, en total 99 plazas. De acuerdo a información de algún medio de prensa, la Cancillería habría recibido más de cinco mil solicitudes de concursantes para esta convocatoria, sin embargo, de acuerdo a la página del propio concurso, y con temor a equivocarme sobre una mala interpretación de mi parte, en realidad la SRE habría recibido 4458 solicitudes de mujeres y 4456 de hombres, 8914 en total, cifras muy altas para tan pocas plazas.

El concurso se desarrolla en varias etapas, en el cual los aspirantes deben contar mínimamente con licenciatura y están sujetos a exámenes de español y conocimientos en relaciones internacionales, derecho, economía, derechos humanos y asuntos consulares, entre otras disciplinas, así como idiomas (inglés obligatorio, árabe, chino, francés, ruso, alemán y japonés, opcionales); sujetos también a exámenes psicológicos y cursos especializados en el Instituto Matías Romero y experiencia en la SRE, proceso que concluirá en enero de 2026.

Pero también hay otra manera de llegar a embajador, que la mano de la señora presidente, como fue común en el sexenio anterior, tenga a bien señalar a los designados, amigos y políticos, que sin tener traza de diplomáticos ni de servicio ni vocación ocupen de la noche a la mañana ese cargo, frustrante para un diplomático de carrera.