Just Like That: sin sexo en la ciudad

10 de Mayo de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Just Like That: sin sexo en la ciudad

alejandro aleman

Haciendo honor a su nombre, Just Like That inicia “así nomás”, sin fanfarria alguna. Esta secuela al clásico noventero, Sex And The City, arranca con nuestras viejas (ahora más viejas) conocidas Charlotte, Miranda y Carrie en su hábitat natural: esperando mesa en algún restaurante de una Nueva York post lockdown.

Este escenario —típico de la serie— sufre de una gran ausencia: Samantha, el Eros de esta serie. Y es que la actriz que la interpretaba (Kim Cattrall) decidió no participar en este numerito, al parecer debido a profundas diferencias con Sarah Jessica Parker. Inteligentemente, los guionistas optaron por mentirnos con la verdad: en esta historia, Samantha se ha ido a Londres luego de cierto desencuentro con Carrie (Jessica Parker). “Crees que las amigas serán para siempre, pero no es así”.

Por un momento parece que estamos de vuelta en los noventa: los zapatos caros, los atuendos no menos onerosos, el estilo chic de una Nueva York que sobrevivió a la pandemia. ¿Y el sexo? El sexo sigue ahí, pero las protagonistas del mismo ya no son Charlotte, Miranda o Carrie. El único que tiene sexo es Brady (Niall Cunningham), el hijo adolescente de Miranda.

El cambio de nombre de la serie no es fortuito: en efecto, aquí el sexo casi no existe, y por poco la ciudad tampoco.

Ya entradas en el quinto piso (algunas con sobredosis de botox) estas mujeres que solían hablar y hablar de sus experiencias sexuales, sus deseos y fantasías, hoy no hablan sino del sexo de los otros, una nueva generación que experimenta cosas que ellas no entienden.

El guion a cargo de Michael Patrick King no elude el elefante blanco de la edad, al contrario, lo abraza con todo y sus consecuencias. Así, somos testigos de cómo estas amigas, que eran la vanguardia sexual hace dos décadas, hoy no entienden nada: ni la fluidez de género, ni la inclusión, la legalización de la marihuana, los gadgets (Carrie usa una Blackberry en pleno 2021 y Miranda se niega al Kindle). En resumen, no comprenden el mundo woke.

¿Podría ser de otra manera? Si, podrían seguir siendo las mismas de hace treinta años y ello sería ridículo. Pero Just Like That va más allá: el sombrío giro de tuerca al final del primer capítulo nos habla no solo de la ausencia de Eros, sino de la presencia latente de Tánatos.

Así, Just Like That es una serie pesimista en tiempos pesimistas. En los primeros episodios deja en claro que con la edad viene la muerte, la ausencia, los doctores y las pastillas. El deseo se diluye y lo que queda son los hijos, la carrera y el futuro incierto.

Es doloroso, muchos se sentirán traicionados. Y uno no puede sino pensar, ¿era necesario todo esto? Claro que no, pero en el gran orden cósmico de las cosas, ninguna serie o película lo es. Sólo cabe esperar al resto de la serie y comprobar si continúa por esta veta de decisiones duras, difíciles, y tristes.

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