Heliodoro Morales es un Indígena zapoteca que esta en la cárcel por cazar tres conejos para alimentar a su familia.
El infortunado campesino está en el calabozo porque en el 2012 dio cuenta de los tres conejos en la parcela que siembra en Tlacolula Oaxaca. El terreno es comunal pero está bajo control de la Comisión Nacional de Areas Naturales Protegidas. Zas!..
La aplicación de la ley fue implacable. El pasado 30 de enero llegaron los policías federales al palacio municipal de Tlacolula y ahí mismo agarraron a Heliodoro. Entre gritos y empujones se lo llevaron a la cárcel de Santa María Ixcotel por comerse los conejos. Para la autoridad la ley es muy clara. El artículo 420 fracción III del Código Penal Federal, dice que se impondrán hasta 9 años de cárcel y hasta 3 mil días de multa, a quien cace algún ejemplar de fauna silvestre o que ponga en riesgo la viabilidad biológica de una población o especie silvestre.
Por lo pronto, Heliodoro esta en prisión y los conejos de Tlacolula reproduciéndose generosamente. Heliodoro mientras tanto, paso del miedo al enojo. Justo como los millones de ciudadanos que ponen en rojo subido las cifras del humor social. Su familia está reuniendo dinero para sacarlo de la prisión Ixcotel. Dicen que hay delincuentes peligrosos y políticos que han robado y están en la calle. El enojo y los argumentos de la familia del señor de los conejos deja en claro que no es lo mismo un conejo de Tlacolula que los peces gordos de la política.
En mayo pasado el responsable de combatir la corrupción en el gobierno federal dijo que la cosa no es tan sencilla. “La caída de peces gordos es complicada” aseguró y dejó claro que tener pruebas contra políticos corruptos es muy difícil.(El Universal 31/05/2016) Un mes después “los peces gordos” fueron por él y se comieron a Virgilio completito. La corrupción nos cuesta más menos 341 mil millones de pesos (México como vamos). Es un friego de dinero que se va en moches, mordidas y extorsiones o se lo roban y ya. Es algo así como 165 pesos al día a cada ciudadano (IMCO).
Heliodoro no conoce a los enjabonados Peces Gordos de la corrupción, pero imagina que son muchos y deberían de estar en su lugar en el calabozo. Mientras tanto, el comunero zapoteca, seguirá esperando el resultado de un proceso que no entiende, muy alejado de su familia, de su predio y de los conejos de Tlacolula.