El “trapo rojo”, escudo contra la pandemia

24 de Abril de 2024

El “trapo rojo”, escudo contra la pandemia

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Fuera de Oaxaca, San Francisco de Borja es el último “municipio de la esperanza” que queda en México; la
solidaridad ha sido clave para mantenerse libre de contagios, cuenta la alcaldesa de esta
localidad de Chihuahua

Dos meses antes de que la Secretaría de Salud federal lanzara el semáforo epidemiológico, otro sistema de alertas y colores ya estaba en funcionamiento en el norte del país.

Le llamaron “trapo rojo” y consiste en amarrar un lienzo de ese tono en la puerta o la ventana del domicilio donde viva un adulto mayor, una persona con discapacidad, un enfermo o cualquier otra persona que no pueda salir a la calle por medicinas y alimentos, o que necesite algún otro apoyo.

Los inventores del sistema son los pobladores de San Francisco de Borja, municipio cercano a la Sierra Tarahumara, en Chihuahua. Y les ha dado resultado, ya que sin contar a Oaxaca, es el único “municipio de la esperanza” que queda en el país. Es decir, no sólo tienen cero contagios de Covid-19, sino que todos los municipios colindantes están libres de infecciones.

Desde entonces y hasta ahora, personal del DIF y vecinos de San Francisco están atentos al “trapo rojo” para asistir a los más vulnerables. Dados los resultados, muy pronto el trapo se utilizó también para identificar a los adultos mayores que necesitan desayunos o kits para fortalecer el sistema inmunológico.

“El gobierno solo no hubiera podido proteger a la población de la pandemia, el apoyo de la sociedad ha sido fundamental”, dijo a ejecentral Hilda Caro Guanespén, presidenta municipal de San Francisco de Borja, que lleva ese nombre en honor al religioso de la Compañía de Jesús que evangelizó a los indígenas rarámuri de la región.

›Con una población de tres mil habitantes, la base de la economía de San Francisco es la ganadería. Aunque la mayor parte del ganado se exporta a Estados Unidos, la alcaldesa cuenta que la solidaridad de los ganaderos ha sido importante para contener al coronavirus, ya que donaron carne para que las familias pudieran tener comida y cumplir con el confinamiento.

Si bien desde mediados de mayo los “municipios de la esperanza” podrían abrir sus economías y reanudar las actividades sociales, la ingeniera Caro Guanespén, de extracción panista, ha preferido ser cauta.

Las atracciones turísticas se mantienen cerradas y siguen en operación los filtros sanitarios en los acceso al municipio, en los que se les toma la temperatura a las personas que entran, y se les informa sobre las medidas de higiene que deben observar.

El majestuoso cañón de Namúrachi, que todos los años recibe a miles de aventureros que gustan de escalar las formaciones rocosas o hacer senderismo, hoy está cerrado al público para evitar contagios, lo mismo que la Cueva del Coscomate, famosa por ser el lugar donde se refugió Francisco Villa después de haber sido herido al huir de la persecución de tropas estadounidenses y carrancistas, tras el ataque a Columbus, Nuevo México, en marzo de 1916.

En San Francisco de Borja viven las familias de decenas de paisanos que emigraron a Estados Unidos, la mayoría avecindados en El Paso, Texas. Para evitar contagios de coronavirus, la alcaldesa Caro Guanespén ha pedido a los migrantes que este verano y Fin de Año se abstengan de venir a México. Y los que no puedan hacerlo, ya saben que deben quedarse 14 días en cuarentena en cuanto lleguen al pueblo.