El vigente rastro de la inquisición
Se calcula que el Producto Interno Bruto actual de España sería de 4.1% más alto, de no haber existido el Santo Oficio; para México la cifra podría ser mayor
Melchor Pérez de Soto nació en 1606 en Cholula. Era de oficio albañil y llegó a ser “obrero mayor” en la construcción de la Catedral en la Ciudad de México; además, como inspector de obras, fue a otras poblaciones de la entonces Nueva España.
Pérez de Soto pudo darse el lujo de dedicar tiempo y recursos a su afición de leer y aprender, pues llegó a tener una biblioteca de más de mil 600 títulos. Sin embargo, este gusto fue su perdición.
Pérez de Soto no sabía latín, por lo que para leer los libros escritos en esa lengua contrataba traductores; uno de ellos, en 1650, al ver que don Melchor tenía libros de astrología, lo denunció al Santo Oficio, que lo encarceló y le confiscó estas publicaciones.
Confinado en solitario mientras su juicio tardaba y tardaba en llevarse a cabo, Pérez de Soto fue perdiendo la razón, cuenta Antonio Alatorre en El heliocentrismo en el mundo de habla española.

La inquisición “aspiraba a ser temida pero no odiada y pedía a sus integrantes actuar con templanza y gentileza”, dice Asunción Lavrin, profesora emérita de la Arizona State University, por lo que los inquisidores le pusieron un compañero de celda, otro acusado llamado Diego Cedillo. Melchor intentó estrangularlo, pero Cedillo se defendió, lo golpeó en la cabeza con una piedra y lo mató.
El Santo Oficio regresó la mayor parte de los libros a la viuda de Pérez de Soto, pero se quedó con los que se consideraban “peligrosos”, entre los que estaba Sobre las revoluciones de los orbes celestes, donde Nicolás Copérnico exponía la hipótesis de que la Tierra rotaba en torno al Sol.
La historia de Melchor es sólo un humilde ejemplo mexicano de cómo la inquisición en el mundo hispano impedía el avance de la ciencia, lo cual está calculado, pero de acuerdo con un estudio reciente, esta influencia podría ser mayor de lo que se pensaba.
Del berrinche de Galileo a la “nación más ignorante”
A Galileo Galilei se le reconoce por haberse enfrentado a la inquisición con la idea de que la Tierra giraba en torno al Sol y no viceversa.
No hay seguridad de que a la salida de su juicio haya dicho la famosa frase “Y sin embargo se mueve”, pero sí se sabe que su sentencia, arresto domiciliario, fue más benigna que la de Pérez de Soto y, que al empeñarse en afirmar como cierta una hipótesis que no podía probar, sólo logró que la inquisición prohibiera el libro de Copérnico y los del propio Galileo.
Sobre las revoluciones fue sacado de esa lista en 1882, mientras los libros de Galileo se quedaron en ella hasta el 11 de octubre de 1992.
Si bien los primeros procesos inquisitoriales tuvieron lugar en Francia desde el siglo XII, por parte de obispos celosos de su deber, fue en 1231 cuando Gregorio IX se convirtió en el primer papa que estableció un tribunal inquisitorial.
Por su parte, Sixto IV estableció un tribunal inquisitorial independiente en España, el cual controlaban los reyes católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, igual que posteriormente los de América.
Esto explica el gran poder que tuvo la inquisición española, que todavía en 1748 pedía que las publicaciones donde se mencionaba la hipótesis de Copérnico señalaran que ésta era falsa, y que sólo hacia la última década del siglo XVIII permitió que se empezara a ensañar que la Tierra gira en torno al Sol.
“El español tiene aptitud para las ciencias… y sin embargo, quizá sea la nación más ignorante de Europa. ¿Qué se puede esperar de un pueblo que necesita permiso de un fraile para leer y pensar?” escribió Nicolas Masson de Morvilliers para la entrada “Espagne “en el primer volumen de la Encyclopédie méthodique, publicado en 1782.
La detallada huella actual
En un estudio reciente, los investigadores de las universidades de Sídney, Zurich y la Columbia Británica encontraron que a los rastros de la inquisición en España se les puede detectar hasta la huella dactilar.
Los investigadores analizaron los detallados registros de 67 mil 521 juicios que llevó a cabo el tribunal de la Inquisición en España entre 1478 y 1834, y los relacionaron con la luminosidad nocturna capturada por fotografía satelital, que es ampliamente utilizada como indicador del desempeño económico y está altamente correlacionada con el ingreso per cápita.
“Encontramos que hoy, 200 años después de su abolición, los lugares en los que la inquisición fue fuerte tienen niveles notablemente más bajos de actividad económica, confianza y logros educativos que aquellos en los que fue débil”, escribieron los autores en el sitio The Conversation.
“Nuestras estimaciones implican que si España no hubiera sufrido la inquisición, su producción anual actual sería 4.1% más alta: 811 euros (alrededor de 16 mil 730 ) por cada hombre, mujer y niño”, añaden.
Epílogo a la mexicana
En el libro The Inquisition in New Spain, John Chuchiak comenta que de los tres tribunales inquisitoriales que había en América, el de la Nueva España, que controlaba desde el norte de México hasta lo que ahora es Panamá, es el que tiene el archivo más amplio y mejor conservado: más de mil 555 volúmenes o legajos que datan desde 1522, cuando aún no había un tribunal formal de la inquisición, hasta 1820.
Aunque nadie ha medido con detalle el efecto que tuvo la inquisición en Nueva España, es probable que fuera enorme, pues la lejanía de España la hacía poco controlada y caprichosa; además la ley indicaba que las autoridades civiles no podía estorbar el trabajo de los inquisidores.
El ejemplo extremo fue Fray Diego de Landa, quien emprendió una campaña contra “la idolatría maya” tan destructora y cruel que la corona española lo reprendió y decidió instaurar un tribunal formal en 1571.