Estrés tecnológico durante el confinamiento

17 de Abril de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

Estrés tecnológico durante el confinamiento

simon vargas

¿Por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil nos aporta tan poca felicidad? La respuesta es esta, simplemente: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino. Albert Einstein

El surgimiento inesperado y repentino del COVID-19 cambió sustancialmente muchas de nuestras actividades cotidianas; labores como: comprar, estudiar, trabajar, incluso socializar o mantener “contacto” con familiares comenzaron a depender enteramente de smartphones, tablets y computadoras. Sin darnos cuenta en pocos días probablemente sin concebirlo dimos un gran paso hacia distopía digna de El Rebaño Ciego, 1984 o Fahrenheit 451.

Y es que es indudable que hemos llegado a un punto donde la actividad tecnológica se ha convertido en epicentro de nuestra sociedad, en una constante que infiere en la forma de relacionarlos y en la creación de nuestro estilo de vida; sin embargo, uno de los puntos que más sorprende acerca de su incursión en nuestra cotidianidad es la cantidad de horas que invertimos en estar conectados, lo que paradójicamente, en lugar de disminuir, estimula nuestra necesidad de más tiempo atrapados en las pantallas de smartphones, tablets y computadoras.

De acuerdo al Estudio: Hábitos de los consumidores móviles en México, 2019 emitido por la empresa de asesoría privada Deloitte el 96% de los encuestados mencionó que el smartphone es el dispositivo con mayor uso, seguido de un 70% que respondió laptop y un 62% que afirmó emplear con mayor frecuencia la computadora de escritorio. A pesar de que los ordenadores continúan en segundo y tercer lugar de la lista las fitness bands y las tablets han ganado posiciones en los últimos años.

Ahora bien, con todo el avance tecnológico desplegado desde la Revolución Industrial dos de las preguntas más importantes son: ¿Contamos con salud tecnológica o bienestar digital? y ¿El uso excesivo de la tecnología nos causa estrés? Dentro del estudio mencionado anteriormente, se afirma que el 76% de los encuestados perciben que hacen un uso excesivo del dispositivo, lo cual, es un motivo de preocupación para ellos y no solo por el tiempo que se usa, sino por los momentos que se escogen para ocuparlo; por ejemplo, mientras se está con amigos y familia, o en medio de actividades de estudio y trabajo, causando interrupciones.

Aunado a lo anterior, el confinamiento al que hemos sido instados por parte de las instituciones sanitarias para disminuir el contagio causado por el Coronavirus ha hecho que aparezca el tecnoestrés, convirtiendo la tecnología en una fuente de ansiedad, frustración e incluso en algunos casos ira.

Actualmente el denominado tecnoestrés es el resultado de un desajuste del proceso de percepción entre lo que las labores escolares y de trabajo demandan en comparación con el tiempo y los recursos disponibles; lo que con el paso de los días ha derivado en consecuencias físicas y psicológicas por el uso excesivo de la tecnología.

Ante el crecimiento de la demanda de trabajo que implica pasar cada vez más tiempo frente a smartphones o computadoras la Organización Mundial de la Salud emitió la guía: Doing What Matters in Times of Stress: An Illustrated Guide que tiene como objetivo proporcionar a las personas habilidades prácticas para ayudar a lidiar con el estrés. En ella se menciona que unos pocos minutos al día son suficientes para practicar las técnicas de autoayuda.

Incluso, expertos afirman el surgimiento de un nuevo desorden psicológico asociado al uso desorbitado del celular denominado: Ringxiety, definido como la sensación de creer que nuestro móvil está sonando, aunque sea solo producto de nuestra imaginación hiperconectada.

Es así como las respuestas a los planteamientos anteriores son que aún no contamos con salud tecnológica y que sí, por el contrario, con algunos niveles de estrés; ya que pese a lo que podría pensarse el uso constante de la tecnología derivado de la aparición del COVID-19 ha aumentado la ansiedad de jóvenes y niños, e incluso ha impactado a profesores quienes tuvieron que adaptar su esquema de enseñanza, modificar formas de evaluación y procesos de manera rápida y sin tiempo para planear.

Ciertamente tanto niños como adolescentes nacidos en años recientes dominan casi por completo la tecnología, sin embargo, no olvidemos que el aislamiento social aunado a la dependencia de smartphones y tablets ha dado origen a nuevos desordenes psicológicos que hasta antes de la pandemia se conocían poco, lo que supone nuevos retos para entender, analizar y proponer esquemas con respecto a nuestra relación con la era digital.