Los fantasmas de Andrés (I)

28 de Abril de 2024

Raymundo Riva Palacio
Raymundo Riva Palacio

Los fantasmas de Andrés (I)

raymundo riva palacio estrictam ente

Las crónicas de la Convención Nacional Bancaria la semana pasada coincidieron en un punto: los banqueros no deciden aún por quién votarán el primero de julio, pero sí saben por quién no lo harán: Andrés Manuel López Obrador. No hay razón alguna para sentirse sorprendidos. Una encuesta de ejecutivos de alto rango realizada por Santander en enero, halló que el 85% de los ejecutivos de alto nivel anticipó que López Obrador será derrotado en las elecciones presidenciales. Esta certeza, según Bloomberg, explica porqué los mercados están sobrellevando muy bien el hecho de que el eventual verdugo de las reformas económicas, no esté provocando pánico entre los inversionistas. El comportamiento de los mercados ciertamente se han mantenido estable. Incluso, de acuerdo con los analistas de la firma japonesa Nomura, hasta el cierre del año pasado, la venta de activos mexicanos era “significativamente menor” que la que hubo en Brasil cuando el líder obrero Luiz Inácio Lula da Silva ganó las elecciones presidenciales en 2002. Nomura anticipó en el otoño pasado que si las preferencias de voto mantenían a López Obrador en la punta, la incertidumbre causada por el candidato considerado como “un riesgo para el mercado”, comenzaría en febrero. No ha comenzado, pero hay indicios de nerviosismo. Un análisis de riesgo de Fitch circulado entre sus socios en febrero pasado, consideró que una victoria de López Obrador incrementaría sustancialmente el potencial para un cambio significativo en la dirección de una política pro-empresarial, ante los temores fundados en los discursos del candidato de Morena, de modificar las relaciones comerciales con Estados Unidos y revertir la Reforma Energética. Durante la Convención Bancaria, Alejandro Cuadrado, uno de los principales estrategas del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, dijo que si López Obrador llega bien posicionado a la elección, el peso podría debilitarse alrededor de 7% del nivel actual. La firma Exotix, especializada en los activos de más riesgo, confió a El Financiero que si triunfaba, la bolsa podría caer hasta 15%. Los inversionistas en Nueva York están haciendo cálculos de cómo impactaría el resultado electoral, dependiendo de quién ganara. Con quien mejor reaccionarían –es con José Antonio Meade, no sólo por el ser el candidato de la continuidad, sino porque el sector financiero es su hábitat. Los cálculos de los inversionistas es que el peso se apreciaría cuando menos 50 centavos en unos cuantos minutos, que también registraría una mejoría si el vencedor es Ricardo Anaya, de la alianza Por México Al Frente, de alrededor de 30 centavos. Pero si ganara López Obrador, el peso tendría una fuerte devaluación de entre 3 y 4 pesos por dólar, según sus estimaciones preliminares. Los mercados se están preparando para una victoria del candidato de Morena, exclusivamente desde el punto del negocio, donde están comprando dólares relativamente baratos en este momento, que cambiarían alto en el mercado si López Obrador gana, ante un nerviosismo generalizado de los inversionistas y personas que buscarían refugiarse en el dólar ante la incertidumbre de lo que sucedería con el nuevo gobierno. En un análisis que publicó en enero pasado Global Risk Insights, afirmó: “Una victoria de López Obrador causaría el mayor nivel de incertidumbre. Sus reservas sobre las privatizaciones y los acuerdos de libre comercio como el TLCAN, resultarían en que México adoptara una posición económica más aislacionista. No obstante, la emergencia en las encuestas del ex secretario de Hacienda, José Antonio Meade, sugiere que México podría escoger a un candidato que siga con la tendencia económica”. Los mercados le están diciendo a López Obrador que sus matices recientes sobre las reformas económicas del presidente Enrique Peña Nieto, no las creen. Dos temas han sido relevantes. Uno es la Reforma Energética, donde su asesor empresarial, Alfonso Romo, aseguró que López Obrador había revisado los procesos de licitación de Pemex, y que le habían parecido adjudicaciones transparentes y benéficas para el país. Sus afirmaciones motivaron una fuerte reprimenda de López Obrador a Romo. El otro es el nuevo aeropuerto, donde sus asesores confiaron a la prensa que era altamente probable que no se cambiaría de lugar la nueva terminal, pero trascendió entre los inversionistas que la opción es que no le siga invirtiendo y lo deje con una sola pista, lo que lo haría disfuncional. López Obrador tendría que reflexionar sobre lo que piensan en los mercados de él, no desde una visión etnocentrista, sino lo que significaría para su eventual gobierno. Hasta ahora no parece interesado en neutralizar las percepciones. El nombramiento de Carlos Manuel Urzúa como secretario de Hacienda designado, no resuelve este problema. Más allá de sus capacidades técnicas, Urzúa es un desconocido en el mundo, lo que es una enorme desventaja, sobre todo si se mantiene, como se anticipa, la mala imagen de López Obrador. La única opción real a la mano es convencer a Santiago Levy, vicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo, reconocido en el mundo, para que asumiera, de ganar, la cartera de Hacienda. Levy le dijo que está dispuesto a sumarse a su proyecto, pero aún no lo ha concretado. El economista, que junto con el presidente Ernesto Zedillo y su entonces coordinador de asesores, Luis Téllez, manejó la política económica en los 90s, es la única solución, en la órbita lópezobradorista, de cambiar la percepción de los mercados, y enviar el mensaje de que habla en serio sobre mantener la política fiscal y la macroeconómica. López Obrador necesita ganar credibilidad en los mercados, pero no será él quien logre, sino alguien que haya demostrado ser un creyente de la economía abierta y la estabilidad económica. rrivapalacio@ejecentral.com.mx twitter: @rivapa