El peso del socio

21 de Agosto de 2025

Miguel González Compeán
Miguel González Compeán

El peso del socio

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Para una persona, no digamos para un gobierno, tragarse sus palabras siempre es desagradable. Verse forzado a actuar o a cambiar lo dicho, por efecto de una externalidad, siempre es un sapo frío duro de tragar. El asunto viene a cuento, porque durante su campaña y durante estos cuatro años de gobierno, el Presidente y su director de CFE habían venido criticando el uso y proliferación de la producción de electricidad por medios renovables, como el viento.

En un famoso video, desde La Rumorosa, AMLO se quejaba del abuso de las compañías que utilizaban la fuerza eólica para producir electricidad y lo mucho que afeaban el entorno y el paisaje. “Vean lo feo que se ve y cómo un lugar tan bello lo han echado a perder con la producción de electricidad con esos ventiladores” decía.

John Kerry, encargado del gobierno norteamericano para el cambio climático, ha venido a nuestro país dos veces, la vicepresidenta Kamala Harris una y diversas delegaciones de comercio y legisladores han venido a hablar con sus homólogos sobre la preocupación que tiene el presidente Biden por el uso de combustibles fósiles en la producción de electricidad y, de paso, había reclamos sobre las inversiones que empresas de nuestros socios comerciales habían hecho en energías limpias al amparo del T-MEC, que no estaban siendo honradas por nuestro país.

A todo ello, la respuesta invariable de nuestro gobierno fue que las empresas eólicas ganaban mucho dinero y tenían contratos leoninos con la CFE. Que México tenía decisión soberana sobre su política energética, así que podía hacer lo quisiera. El asunto motivó la promulgación de una ley en materia eléctrica para volver prioritaria la compra de energía a CFE y luego a los demás, asunto que acabó en la Suprema Corte de justicia y que contraviene el capítulo de inversión.

Vinieron los jefes de Estado de Canadá y de EEUU y el Presidente se jactó de no haber hablado nada sobre el asunto energético y públicamente se dijo que no se tocaría el tema, no sólo por efecto de la supuesta reserva que tiene México en el T-MEC sobre energía, sino porque ya en otro lado se están discutiendo esos temas.

Por último, supimos de una reunión en la que Ken Salazar estuvo con el presidente por el lapso de dos horas tratando, quien sabe qué, pues no hubo comunicado al respecto. La especulación no se hizo esperar: que si era el asunto de García Luna y el posible fracaso del juicio en su contra, motivo por el cual el Presidente ha dejado el tema fuera de sus mañaneras desde hace días. En fin.

Ayer, de manera sorpresiva, nos enteramos de que CFE construirá con financiamiento de EEUU, cuatro plantas eólicas en el Istmo de Tehuantepec, de 10 que se tienen planeadas, una de las cuales ya se está construyendo en Sonora, que además será la más grande de Latinoamérica.

La declaración del Presidente no viene acompañada de una reflexión sobre política energética, ni por un plan preconcebido para sumarse a la preocupación por el cambio climático. Hay una declaración sobre la construcción y una mediocre reflexión sobre la necesidad de combatir el cambio climático.

Debe ser, para un presidente como el nuestro, muy difícil tragarse cuatro años de discursos, críticas, peleas contra molinos de viento y, tener que asumir que al final, siempre hay alguien más astuto y con más fuerza, para hacer lo que uno cree que no debe hacerse. Nada más, pero nada menos también.