Nadie puede regatearle a Lorenzo Córdova su compromiso con la transparencia y la pulcritud en su actuación pública. Contrario a lo que consejeros de otros órganos constitucionales autónomos no estuvieron dispuestos a hacer, Lorenzo se ha enfrentado con razones, argumentos y valentía al poder de la 4T.
Frente a las diatribas directas que el propio Presidente y sus leales han proferido contra Córdova o Ciro Murayama, él siempre responde con un “hay quien piensa” o “algunos sostienen”. Para él, la disputa sobre el papel, el costo y la importancia del INE, no son asuntos personales; la discusión y la argumentación son institucionales y en defensa de la legalidad que hizo llegar al poder al propio Presidente y la 4T.
El presidente del INE, sin embargo, me parece que se ha equivocado al haber hecho, pero sobre todo, publicitado el sondeo sobre la reforma al INE propuesta por el Ejecutivo Federal.
Transparencia y valentía no están peleadas con la astucia y la debida prudencia política. La mañana de hoy amanecimos con la noticia de que el INE había realizado un sondeo sobre la reforma propuesta por el Presidente y el resultado le es muy poco alentador a los que pensamos distinto de la 4T.
Lo primero interesante de la encuesta referida es que sólo el 27% de los encuestados conocía las propuestas hechas por el Ejecutivo. Seguidamente de esos que la conocían un alto porcentaje (más del 60 % en todos los casos) está de acuerdo con un INE más barato, con menos diputados, que todos sean plurinominales, que los consejeros sean electos en elecciones abiertas y en fin, con las propuestas más retardatarias y que ponen en peligro la objetividad, la pulcritud y la imparcialidad del órgano electoral, disminuyen la representación y generan vicios en favor de una representación clientelar y ventajosa para Morena.
Esto último, me parece que es lo más significativo: la distancia que existe entre los especialistas, organizaciones democráticas nacionales y extranjeras, y la población que conocía la propuesta presidencial y las pretensiones por disminuir o incluso prácticamente desaparecer al INE, siendo la institución más prestigiada entre la población nacional. De hecho, parece una contradicción puesta en estos términos.
Las respuestas recibidas en la encuesta muestran otra cosa, sin embargo. Por un lado, la distancia enorme que existe entre lo que académica e internacionalmente sería un costo razonable y una construcción envidiable institucional y lo que una parte de la sociedad considera el deber ser de la maquinaria electoral y de la representación política.
Por otro lado, muestra el papel que juega la propuesta presidencial no en su contenido, sino en el hecho mismo de que es el líder de Morena quien plantea dichas reformas. Es decir, que no estar de acuerdo en ellas, se traduce en el imaginario colectivo como un rechazo al tlatoani nacional.
Todo lo anterior, sin embargo, era previsible, incluso las respuestas y la ignorancia generalizada, tanto el conocimiento de las propuestas, como en la confirmación de la devoción al Presidente.
En una coyuntura como la que vivimos, la división entre modernidad y los que no creen en ella, hacer, publicitar y después justificar los resultados de una encuesta, no es una buena noticia. Para salvar una institución también los tiempos en los que se toma una acción, son de la más delicada atención. Nada más, pero nada menos también.
