El alto costo ambiental de estar a la moda

28 de Abril de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

El alto costo ambiental de estar a la moda

simon vargas

“Hemos aprendido que el crecimiento económico y la protección del medio ambiente pueden y deben ir de la mano.” Christopher Dodd

De forma usual suele creerse que la industria automotriz, la alimentaria o la marítima son las más contaminantes después de la energía de combustibles fósiles, sin embargo, es la textil la que ocupa este lugar y es que, ¿cuántos litros de agua se requieren solo para confeccionar unos jeans? El número es casi inimaginable, ya que, en datos de la Organización de Naciones Unidas, se utilizan alrededor de 7,500 litros, el equivalente a la cantidad de ese líquido vital que bebe una persona promedio en siete años.

De tal forma que los más altos impactos ambientales de esta industria se realizan durante las fases de producción de materias primas; ya que es en este proceso cuando se requiere un elevado consumo de agua, además habría que añadir la utilización de amplias superficies para la siembra; por otro lado, no se puede omitir que, durante la confección, existen repercusiones sobre la salud de quien elabora las prendas por la toxicidad de las fibras sintéticas, así como la contaminación de cuerpos de agua por la eliminación de productos químicos.

El problema no radica en realizar las adquisiciones necesarias, el conflicto se sitúa en la compra y desecho excesivos; y es que hasta el 2000 la industria textil creció al mismo ritmo que la población, pero a partir de ese año y en los últimos 20, de acuerdo a datos publicados en la investigación The environmental price of fast fashion publicada en la revista especializada Nature Reviews Earth & Environment en abril del 2020, la producción pasó de 6 a 13 kilogramos por persona; en otras palabras, se ha más que duplicado, y se estima que la demanda de este tipo de moda crece en la actualidad a razón de un 2 % anual, por ejemplo en los Estados Unidos se adquiere hoy una pieza de ropa cada 5,5 días y en Europa se ha reducido el tiempo de uso de prendas en un 36% en los últimos 15 años.

El enorme crecimiento que se ha experimentado en la industria se debe en gran medida a lo que se designa como Low Cost o Fast Fashion, analogía copiada del Fast Food por la celeridad de su elaboración y entrega; y claro si lo que actualmente predomina es una sociedad de la inmediatez, es justo esta prontitud lo que hará que el consumidor decline o no la compra.

El análisis antes mencionado también informa que contrario a lo que podría pensarse esta industria es responsable de entre el 8 y el 10% de las emisiones globales de CO₂, además de ser culpable del 20% de la contaminación industrial de agua, debido a las actividades de tratamiento textil y de tintado, y contribuye en algo más de un tercio a la acumulación de micro plásticos de los océanos, con una cantidad anual de 190,000 toneladas.

Afortunadamente, desde que el problema se ha puesto en el foco de la atención pública muchas empresas han comenzado a tomar acciones sobre el tema e implementar modelos sostenibles, algunas han empezado a reusar materiales para cinturones y bolsas, fabricar zapatos con llantas o bien aceptar que los consumidores devuelvan las prendas que ya no usan en las tiendas para que se reciclen; y aunque esto no soluciona la situación, sí puede comenzar a brindar una ventana para mejorar el escenario.

El entorno de la moda representa un rubro sumamente importante para la sociedad, éste no se queda solo en el uso de prendas, sino que en muchas ocasiones la combinación, los tonos y los colores implican mucho más allá de un cardigan, unos jeans o una falda, por lo que el Banco Mundial, en el artículo ¿Cuánto le cuestan nuestros armarios al medio ambiente? ha emitido algunas recomendaciones para trabajar en pro del medio ambiente e incluso disminuir los alrededor de 500,000 millones de dólares por ropa que se usa una o muy pocas veces: 1) Preguntar antes de comprar los criterios de fabricación sustentable, 2) ser creativos al armonizar prendas, 3) reparar, 4) donar, 5) pensar más en la calidad que en la cantidad, 6) comprar solo lo que se necesite y 7) gestionar mejor el lavado. Es así como en una era caracterizada por la celeridad son necesarios ya no solo entornos que nos permitan brindarle un respiro a la tierra, sino panoramas que logren que nos replanteemos lo que hasta el momento se ha hecho mal, para así hacer posible un hogar a las futuras generaciones.