¿La democracia ha perdido terreno?

30 de Abril de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

¿La democracia ha perdido terreno?

simon vargas

“La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo.” Montesquieu

En una definición imprecisa la democracia se entiende como una forma de organización del Estado, en la cual se defiende y respeta en todo momento la soberanía del pueblo y su derecho a elegir a sus gobernantes. La libertad, respeto y autonomía de elección asumida por la población hasta la década de 1990 parecía traducirse en el único camino posible a seguir, sin embargo, irónicamente después de poco más de tres décadas se han planteado nuevos escenarios que le han hecho perder terreno a la democracia.

¿Podría ser que las acciones realizadas por líderes como Donald Trump, y Kim Jong-un aunados a la creciente ola de gobiernos autoritarios han comenzado a ganarle a la democracia? La realidad nos obliga no solo a reconocer que con el paso del tiempo este importante régimen ha perdido popularidad gracias a acciones como: ignorar los derechos humanos, censurar a los críticos y olvidar a las minorías, entre otros; por lo que si se busca su prevalencia se deberán analizar los errores cometidos, pero sobre todo reformarse y adaptarse a las necesidades actuales.

De acuerdo a datos de la Organización no gubernamental que conduce investigaciones acerca de la democracia Freedom House, en su reporte denominado: Libertad en el mundo 2020: Una lucha sin líderes por la democracia menciona que el 2019 fue el decimocuarto año consecutivo de retroceso en la libertad mundial, y que la brecha entre los retrocesos y las ganancias se amplió en comparación con 2018, ya que las personas de 64 países experimentaron un deterioro de sus derechos políticos y libertades civiles, mientras que solo las de 37 experimentaron mejoras.

Expertos aseguran que es poco probable que la democracia muera, pero sí se han comenzado a hacer populares términos como “recesión democrática” o “muerte lenta de la democracia” y cada vez más países tienen al frente mandatarios como Jair Bolsonaro en Brasil, Rodrigo Duterte en Filipinas o Ram Nath Kovind en la India quienes han llevado el radicalismo y el nacionalismo a extremos donde los derechos de las minorías y la libertad de los individuos en general se encuentran frente a peligros cada vez más numerosos y latentes.

Así mismo, el Índice de Democracia Global 2020 elaborado por la revista The Economist reveló que tan solo 23 países se encuentran reconocidos como democracias plenas lo que equivale al 13.8% del total de los países y al 8.4% de la población mundial, además se identificaron 52 como democracias imperfectas, 35 sistemas híbridos y 57 regímenes autoritarios.

En este mismo análisis se menciona que desafortunadamente el año pasado la democracia se puso a prueba con más fuerza que nunca, derivado del brote de la pandemia ocasionada por el coronavirus, batalla de la cual no salió bien parada, ya que la puntuación media global cayó de 5.44 en 2019 a 5.37 en 2020, siendo por mucho, la peor calificación registrada desde que se elaboró el índice por primera vez en 2006.

El panorama actual nos demuestra que, de continuar dirigiéndonos por la senda de la violencia, de la decadencia de la ética y de la pérdida de los valores esto dará como resultado un mundo cada vez más hostil; ya que, si bien es cierto que mucho tienen que ver los líderes mundiales, paradójicamente quienes podríamos hacer un cambio radical y devolver un poco de la senda allanada somos nosotros: la población en general.

De forma sorpresiva, paralelo al debilitamiento de la democracia, las voces se han hecho más visibles, la gente no está dispuesta a permitir los liderazgos autoritarios, prepotentes e indiferentes, es por ello que en los últimos años han surgido un asombroso número de protestas y movimientos que ponen de manifiesto la necesidad del respeto a los derechos humanos y un alto a los abusos y agresiones.

Y aunque la labor no es sencilla, ya que no solo se trata de combatir intereses arraigados e incluso dispuestos a utilizar la fuerza para mantener el poder, hoy más que nunca la democracia debe apelar por el desarrollo integral, por devolver la paz, por reclamar los derechos de cada individuo, pero lo más importante, por frenar la caída de la libertad en el mundo.

Te Recomendamos: