Semana Santa, tiempo de reflexión

27 de Octubre de 2025

Simón Vargas
Simón Vargas

Semana Santa, tiempo de reflexión

simon vargas

“Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina” Papa Francisco

A lo largo de los años, mucho se ha debatido sobre la existencia o no de la divinidad de Jesús de Nazaret, las preguntas constantemente rondan por igual a expertos y a religiosos. Es probable que su contribución, sus enseñanzas y su presencia para muchos sea un acto de fe y para otros es una certeza absoluta.
A pesar de todas las discusiones, Semana Santa se ha convertido en una de las conmemoraciones más celebradas a lo largo del mundo, y la figura de Jesús en una de las más icónicas, y es que, a través de sus bienaventuranzas, parábolas y milagros, transformó el estilo de vida y la manera de enseñar: se convirtió en un nuevo referente a través de su propio ejemplo.
Pero, ¿Cuáles son sus principales enseñanzas?, y ¿De qué forma éstas podrían ayudarnos frente a las problemáticas actuales? No olvidemos que Jesús de Nazaret también vivió en momentos complejos, donde la violencia, la pobreza, la segregación y la dominación eran situaciones cotidianas y en algunas circunstancias incluso aceptadas e incentivadas.
Diversas son las lecciones que nos han sido reveladas a través de la Biblia, sin embargo, el amor al prójimo, la humildad, la fe, el perdón, y el arrepentimiento podrían ser consideradas como las más importantes, y si éstas ayudaron a Jesús a demostrar que la transformación basada en la comprensión y la el amor al prójimo son posibles, estoy convencido que lo mismo harán en nuestros tiempos, donde las agresiones, el odio y el resentimiento se han apoderado de la sociedad.
Su existencia fue una vida de servicio, sustituyó el odio y el resentimiento por amor y amabilidad, y su benevolencia y temple nos ha enseñado que él es un gran modelo a imitar para convertirnos en seres humanos dignos, honestos, íntegros y felices.
El Papa Francisco en su mensaje del Domingo de Ramos, aseveró que: “En la cruz Jesús nos enseña a amar y perdonar a los enemigos” y es que su gran valor se aprecia con mucha más facilidad, si entendemos que fue capaz de recibir todos los maltratos e incluso entregar su vida, siempre con la firme esperanza de mostrarnos una nueva forma de colaboración, generosidad y conciencia del otro.
Cuando Jesús empezó a predicar, el rencor estaba por encima del amor, la venganza predominaba constantemente y los castigos corporales eran no solo bien vistos, sino que además auspiciados. Y aunque en diversas partes del mundo aún predomine la constante de solo amar al ser querido y odiar al enemigo; Jesús de Nazaret cambió esta situación y nos recordó de forma sutil pero poderosa que lo verdaderamente complicado radica, irónicamente, en la simplicidad de un amor sin estereotipos y sin paradigmas, donde el respeto por el camino individual sea el principio rector.
Nuestra actualidad nos exige alejarnos de la comodidad de nuestro espacio, del propio aislamiento y bienestar para de alguna manera exponernos al dolor ajeno, considerarlo como particular para hacerle frente. “Amar al prójimo” requiere entereza, dominio y reconocer que la indiferencia daña.
Finalmente, quisiera destacar, desde mi perspectiva, una de las enseñanzas más profundas de Jesús; y es que bajo las leyes y el contexto histórico en el que vivía, la comunicación con Dios solo podía realizarse por los sacerdotes, sin embargo, él reformuló esta creencia y nos dejó como legado la posibilidad de un diálogo directo basado en la sencillez, el amor, la esperanza y la familiaridad. Nos instó a confiar en la sabiduría de su designio el cual siempre tendrá como objetivo final un bien mayor para nosotros.
Profesar o no la religión católica no significa dejar de lado los preceptos fundamentales enseñados por Jesús de Nazaret, es probable que en esta época y en la medida de nuestras posibilidades, ser sus imitadores nos permita conocer una nueva perspectiva, un enfoque donde entendamos que vivir en armonía no se trata de una tarea complicada o de un peso insoportable, sino que es necesaria para recuperar el verdadero sentido de la humanidad.