La guerra al narco no es nuestra: presidente de Honduras
Asegura que la violencia en su país tiene que ver con la producción de drogas en Suramérica y el consumo masivo de EU
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El presidente de Honduras, Juan Orlando Hérnández, quiere presentar su país como un foco de oportunidades para inversores y se esfuerza en dibujar un futuro esperanzador para uno de los países más violentos y pobres del mundo, clavado en una de las principales rutas del narcotráfico hacia Estados Unidos (EU) y considerado con frecuencia un Estado fallido.
La gran mayoría de niños migrantes que pusieron en aprietos a Washington este año, procedían de Honduras. De acuerdo a algunos datos, la Patrulla Fronteriza norteamericana informó que detuvo a poco más de 66 mil menores que viajan solos a lo largo de la frontera con México, de octubre de 2013 a agosto de 2014.
Aquellos niños buscan una oportunidad a la miseria, los maras, la extorsión y los asesinatos.
Hernández admite que esas son las raíces del problema, pero advierte que Washington tiene una parte de responsabilidad: “Lo que provoca la mayor parte de la violencia en Honduras tiene que ver con la producción de drogas en Suramérica y el consumo masivo de Estados Unidos. Por desgracia, nosotros estamos en el paso”, explica.
En una entrevista realizada en el salón de Casa América, en Madrid, donde acaba de firmar un acuerdo de cooperación por 150 millones de euros con España para los próximos cuatro años, el mandatario hondureño asegura que “los carteles de la droga, el crimen organizado, son tan agresivos en sus conductas delictivas que sus hechos son similares a los que producen los grupos fundamentalistas como ISIS”.
Orlando Hérnández enfatiza que “Esa es una guerra que no es nuestra” y asegura que para poder ser efectivos contra la impunidad, necesitan la participación de Estados Unidos.
Como les dije a los líderes estadounidenses en Washington: ‘Si Centroamérica sigue convulsa, violenta, sin oportunidades, sin crecimiento económico, es un enorme riesgo para EU. Por el contrario, si Centroamérica es próspera, en paz, con oportunidades, es una gran inversión”, recuerda.
Miembro del derechista Partido Nacional, Hernández asumió el cargo en enero con un programa de mano dura contra el narcotráfico y prometió mejorar la seguridad. Honduras tenía en 2012, según el último registro de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC), la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes más alta del mundo: 90. El Observatorio de la Violencia de Honduras registró una tasa también descontrolada de 79 en 2013.
Lo que provoca la mayor parte de la violencia en Honduras son la producción de drogas en Suramérica y el consumo masivo de EU.
Hernández despliega un prolijo catálogo de los planes, programas y medidas que hay en marcha para responder a la pregunta de qué hace su Gobierno para que Honduras deje de ser un país del que los ciudadanos huyen, al margen de la responsabilidad de Estados Unidos que él ha señalado: “Hemos construido un escudo aéreo, porque antes mucha droga venía por esa vía, y lo hemos hecho por nuestra cuenta”, revela.
Aunque el narco había llegado a suplantar al Estado en algunas zonas del país, Hernández afirma haber “recuperado el control de manos de los grupos criminales”.
Por eso, afirma, “la gente empieza a respirar en lugares donde los criminales han sido extraditados, a otros se les han quitado sus bienes, otros huyen por tener órdenes de captura”.
Al impulsar la policía militar, dice seguir el “patrón de Colombia”, que “usó sus fuerzas militares, y hoy es un ejemplo de éxito en esa lucha”. Sobre el riesgo de abusos que puede tener esa estrategia, cree que la “política de respeto de derechos humanos” de Honduras lo minimiza.
El 64% de los hondureños son pobres, según datos del Banco Mundial de 2013.
Pese a su optimismo, admite que el país “no se ha recuperado del impacto económico” del golpe de Estado que derrocó en 2009 a Manuel Zelaya. Sí cree que se han “rebajado las diferencias” en la sociedad. Su aspiración, dice, es que “en tres o cuatro años buena parte de los hondureños que están allá [en EU] digan ‘voy a estar mejor en Honduras”.
vía El País