Decían las abuelas que las cosas hechas con prisas, normalmente salen mal, y tenían razón. Cada día que pasa le aparecen nuevos defectos a la Reforma Judicial que ya es ley porque está en la Constitución.
Algún curioso se puso a desempolvar criterios jurisprudenciales de la Corte y a analizar las teorías y doctrinas legales vigentes para encontrarse con algo muy delicado que se llama principio de inmutabilidad. Se trata de una garantía procesal de las partes que obliga a que el mismo juez que admitió una demanda, conoció a las partes en conflicto y valoró sus pruebas, sea quien dicte la sentencia correspondiente porque es quién conoce de verdad la disputa.
Con la reforma judicial y la fecha límite para que el 1 de septiembre próximo, al menos la mitad de los jueces y magistrados federales cesen en sus funciones y dejen su lugar a los que resulten electos el 1 de junio, esa garantía procesal no se cumpliría y todos los juicios no concluidos al llegar el nuevo juez, podrían ser declarados nulos si el perdedor se inconforma.
Hay quien habla de medio millón de litigios en riesgo, pero en realidad podrían ser muchos más porque esa cifra no considera el llamado rezago judicial, derivado de que el país no tiene suficientes jueces ni juzgados.