El juicio de la historia…a la Cuarta Transformación

15 de Octubre de 2025

Antonio Cuéllar

El juicio de la historia…a la Cuarta Transformación

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Ahora que recién transcurrió el 12 de octubre y la fecha de hispanidad que en ese día se conmemora, resurge nuevamente, como durante los últimos años, el insostenible discurso del reproche histórico.

Sobre dicho tema y el otro que en estos días viene cobrando tanta relevancia, el del amparo, nos viene a la mente una disposición que contempla un principio que observan los jueces federales cuando dictan sentencia y conducen su labor principal, la de resolver un conflicto constitucional: los actos reclamados contra la autoridad deben apreciarse del mismo modo en que lo hicieran las autoridades responsables al emitirlos.

Quiere decir esto, por ejemplo, que cuando el tribunal de amparo juzga la constitucionalidad de la sentencia pronunciada por un juez local, debe hacerlo con apoyo en las mismas pruebas que aquél hubiera tenido a la vista para emitir su fallo. En justicia, sería inválido que el tribunal constitucional declarara una violación a las garantías imputable al juez local, con base en pruebas que las partes le ofrecieran al mismo tribunal constitucional, pero que no hubiera tenido a la vista el órgano de justicia juzgado.

¿Podríamos repudiar las decisiones tomadas por un explorador del siglo XV, que al hacerse a la mar se encontró con un territorio totalmente desconocido, lleno de riquezas inexploradas que coronarían la gloria del reino que patrocinó su aventura?, ¿Sería justo calificar las decisiones de los aventureros que lo siguieron algunos años después, cuando desembarcaron ante una civilización deslumbrante y con reglas sociales avanzadas, pero en la que el grupo dominante sometía a sus adversarios con normas teocráticas que exigían sacrificios humanos para satisfacer a sus ídolos y dioses?

Con el avance de la ciencia aeroespacial en nuestra época ¿Podría la civilización del siglo que viene repudiar a nuestra generación, por la decisión de aniquilar extraterrestres, si en la búsqueda de vida en otros planetas las nuevas tripulaciones descubrieran vida salvaje más allá de nuestra órbita?

A los descubridores y a los conquistadores, debe juzgárseles por las hazañas que atravesaron en una época en la que no existía el despliegue de recursos y principios que existen el día de hoy. Es con base en los elementos que tuvieron para sí y los deberes que conforme a las costumbres de su época debían observar, que ha de calificarse su gallardía, su valentía y su destreza.

Los ejemplos de lo que se vive alrededor de este desafortunado fenómeno, sobre la extrapolación de valores contemporáneos a otras épocas, no es exclusivo del descubrimiento de América; ¿puede juzgarse el protagonismo masculino del cine norteamericano de los años 50s a la luz del feminismo vigente de nuestros días?

Es una medida de valoración de la historia que debe recalibrarse y tenerse muy a la mano, porque no puede soslayarse el hecho de que, todo lo que sucede hoy, deberá someterse a un juicio político, económico, social e histórico el día de mañana.

Es así que acabará por ser indispensable que la realidad de nuestros días, como la violencia que reina en nuestras calles, el estancamiento de la economía y del comercio, el avance de la ciencias sociales en las redes de comunicación y la tecnología sobre inteligencia artificial, o el cambio climático, se tomen en cuenta para calificar las tantas decisiones que el Gobierno de la Cuarta Transformación ha implementado para garantizar la estabilidad y el desarrollo de nuestro país –más aún cuando para enfrentar los tan desafiantes retos y circunstancias heredados por regímenes anteriores ligados al neoliberalismo de los noventas, se creó una dependencia especializada: la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación.

¿Cómo deberemos entender la imposición de la política de los abrazos y no balazos encumbrada por el expresidente López Obrador?

¿Cómo deberemos apreciar la importancia del lema de gobierno, “Primero los Pobres”, y la decisión de abandonar el sostenimiento de clínicas y hospitales, y el suministro de medicamentos para el cáncer que ha costado tantas vidas a los niños?

¿Cómo podrá eludirse el juicio de la historia durante la pandemia, y la decisión del gobierno de no estimar necesario el uso de cubrebocas?

¿Cómo, entonces, podría entenderse la decisión de esta administración de terminar la aportación de recursos a los fondos de desastres, en la misma época en la que lluvias torrenciales desbordan presas en el Estado de Querétaro, o éstas arrasan o afectan ciudades enteras, como Poza Rica, en Veracruz?

¿Cómo debería calificarse la lógica decisión de mantener subsidios fiscales a las automotrices chinas que importan vehículos eléctricos e invaden el mercado con automóviles más baratos, ante las armadoras japonesas establecidas en el territorio nacional, que generan dinamismo económico y empleo, pero que deberán cerrar sus plantas por su incapacidad de atender ese mismo mercado por la llegada de los vehículos chinos subsidiados?

Los juicios de la historia serán muchísimos en torno de la destrucción que se conduce en México, contra sus instituciones, contra su economía y contra su democracia, y sólo llegará a ser entendible si se valora lo que sus autores han tenido frente a sí mismos para llevarlo a cabo, que lo ha justificado plenamente.

Le agradeceré amable lector que, si tiene la respuesta, nos la haga saber. Sigo sin hallarla. Esta opinión permanecerá inconclusa hasta entonces.