Latinbarómetro 2018: un llamado de atención para proteger la democracia

28 de Abril de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

Latinbarómetro 2018: un llamado de atención para proteger la democracia

La democracia necesita de la virtud, si no quiere ir contra todo lo que pretende defender y estimular.

Juan Pablo II

En 2018, América Latina se enfrentó a un ciclo electoral intenso, el cual sin duda comenzó a marcar la ruta de las interacciones políticas y económicas, a nivel local y global. Aunado a esto, los ciudadanos del continente nos acercamos a las urnas para expresar nuestra molestia y, en algunos casos, la decepción o indiferencia frente a las jóvenes democracias latinoamericanas. En febrero, Costa Rica inició la época de elecciones, luego le siguieron los procesos en El Salvador, Paraguay, Colombia, México, Perú, Venezuela y, por último, Brasil. Continuidad o renovación, ese era el dilema que encaramos en muchos países del continente, y es que en 2018, el mundo continúa afrontando las secuelas que dejó la crisis económica de 2008. Los movimientos de los indignados; así como la proliferación de ideologías extremistas han provocado cuestionamientos en torno a los impactos de la globalización, la desigualdad y los efectos de la revolución tecnológica, hasta el punto de generar preocupación en torno al proceso de desarrollo de las democracias, incluso de las más consolidadas. Carlos Malamud, investigador para América Latina del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos de España, señala que “las elecciones en Latinoamérica se dieron en un contexto de desapego y pérdida de apoyo a la democracia, un fenómeno que desde hace seis años afecta a otros países en Europa y en Asia”. Al respecto, los resultados del Latinbarómetro 2018 confirman que los latinoamericanos estamos insatisfechos con el desarrollo de nuestras democracias, de hecho, el estudio señala que en los 23 años que ha medido el comportamiento en la región, nunca se había enfrentado una percepción tan alta respecto a su retroceso. En este año, el respaldo a esta forma de gobierno cayó al 48 por ciento, cinco puntos menos que en 2017; asimismo, seis de cada diez personas consultadas señalaron que no votarían por un partido político, lo cual es señal de debilidad, porque sin la figura de partidos políticos, el sistema democrático implantado no funciona. Además, no podemos dejar de lado que las figuras presidenciales en la región sufrieron un proceso de cuestionamiento y erosión, donde una parte significativa de la población las considera involucradas en actos de corrupción; mientras que a los gobiernos se les acusa de no cumplir con la promesa de otorgar garantías sociales. En México, al igual que en el resto del continente, el desencanto frente a la democracia y la pérdida de confianza en las instituciones es una variable constante, de hecho, por segundo año consecutivo, nuestro país destaca como una de las naciones con mayor insatisfacción. Incluso, se debe destacar que desde 2017, el Centro de Investigación Pew ya ubicaba a México entre las tres naciones que menos respaldaba la democracia representativa, junto a Vietnam e India, haciendo hincapié en que sólo el nueve por ciento de los mexicanos encuestados apoyaba con firmeza ese régimen. Ante esto, el filósofo Luis Miguel Oliveira explica que el nivel de impunidad es muy fuerte y eso hace que la gente no confíe en las instituciones, principalmente en las que imparten justicia; esto sumado a que la desigualdad económica y la falta de oportunidades son factores que inciden para que la gente se pregunte: ¿Qué me está dando la democracia?. Derivado de lo anterior, los mexicanos somos conscientes de la complejidad de los problemas políticos y económicos que aquejan al país, por ello a pesar del ejercicio democrático que se vivió el pasado primero de julio, reconocemos que las elecciones no resuelven los problemas sociales y que además los partidos políticos se han diluido frente a una ciudadanía exigente que cada día cuenta con mayores herramientas para expresar su descontento, cuestionando el quehacer de los sistemas políticos existentes. Hoy, tanto en México como en América Latina, demandamos prosperidad y desarrollo, por lo que se tiene el deber moral de trabajar a favor del fortalecimiento de las instituciones. Es urgente que los liderazgos políticos muestren su fidelidad para con la transparencia y la rendición de cuentas, lo anterior con el objetivo de que se conviertan en fuerzas políticas modernas y confiables, no olvidemos cuánto nos ha costado construir y defender nuestra democracia.