La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) ha cambiado sustancialmente su discurso de luchar por un mundo libre de drogas a aceptar que el consumo de éstas se ha estabilizado en la última década. Cerca de la mitad de los estados en Estados Unidos han despenalizado el consumo de mariguana de una forma u otra. De igual manera, cada vez más países en el mundo hablan de legalización o despenalización de mariguana o cannabis.
Legalizar la mariguana – refiriéndonos a toda la cadena productiva, desde la producción hasta la distribución y la venta – obedece a la idea de obtener tres beneficios. En primer lugar, no gastar dinero público encarcelando a personas que supuestamente no han dañado a terceros. En segundo lugar, convertir el ingreso de ese mercado en dinero fiscalizable que pague impuestos. Finalmente, acabar con el negocio de los criminales que ya no obtendrán beneficios del precio de mercado negro y resultarán eliminados de la ecuación de oferta y demanda.
La guerra contra el narcotráfico ha sido costosísima en violencia y vidas humanas además de que ha exhibido la gran debilidad del estado mexicano. Felipe Calderón, en entrevista con la revista británica The Economist a punto de finalizar su sexenio en noviembre de 2012, reconoció que acabar con el consumo y tráfico de drogas es imposible. Diversos personajes en México, entre ellos Pedro Aspe, Fernando Gómez Mont y Juan Ramón de la Fuente han abogado por legalizar el consumo de mariguana como una forma de debilitar al crimen organizado.
Estirando un poco más la liga, Vicente Fox sugirió recientemente una negociación con el crimen para alcanzar la paz. Muy al estilo de Mauricio Fernández, ex alcalde de San Pedro Garza García, Fox propone un pacto de no agresión que permita al crimen operar para disminuir la violencia. En este sentido, Jorge Castañeda celebró esta semana que el gobierno federal mantenga un acuerdo tácito con los cárteles brindándoles libre acceso para trasladar estupefacientes a Estados Unidos.
Legalizar o pactar son las alternativas que se discuten ante la opción de seguir en el enfrentamiento armado con los cárteles. Sin duda los cien mil muertos de Calderón y los poco más de treinta mil que ha acumulado Peña Nieto dan sustento al menos a considerar rutas alternas.
Los voceros de la legalización argumentan que en México no hay un problema real de drogas. Nuestro país no es el principal mercado, sino que funge como territorio de tránsito para el destino final que es Estados Unidos. De hecho, la última Encuesta Nacional de Adicciones estima una prevalencia de 1.4% en consumo de mariguana a nivel nacional y de 1.7% de cualquier droga ilegal.
Sin embargo, ¿por qué 8 de cada 10 mexicanos está en contra de legalizar la mariguana y 9 de cada 10 en contra de legalizar la cocaína? El dilema que existe en las élites no parece existir en la opinión pública. A diferencia de Estados Unidos en donde el 58% llegó a favorecer la legalización de la mariguana en el momento de mayor auge del debate público, en México existe una mayoría sistemática y abrumadora que se opone a esta política muy a pesar del consenso que existe entre los expertos.
Estos números no son resultado de una falta de conocimiento o incluso de una postura ideológica. Son respuestas basadas en experiencia. Según la ENVIPE 2014 el 43% de la población está al tanto de que en los alrededores de su vivienda se consume droga y el 25% sabe que se venden drogas. Esto nos indica que una buena parte de la población conoce del problema y seguramente ha estado en contacto con familiares o amigos que consumen o han consumido drogas. La diferencia de ésta cifra con la de la Encuesta Nacional de Adicciones es producto de que la ENVIPE formula la pregunta en tercera persona.
Es más, el 75% de la población considera que si se legaliza la mariguana más jóvenes y niños probarían las drogas. Las élites, en este tema, manifiestan una desconexión brutal con la opinión pública. Más que debates sofisticados, la población está preocupada por los efectos nocivos de una medida como ésta especialmente en poblaciones más vulnerables. Difícilmente se logrará cambiar esta tendencia en el corto plazo debido a la naturaleza arraigada de las creencias mismas. En México la población no está a favor de un estado que actúe como facilitador del consumo de drogas.
En el caso de pactar con el crimen organizado, la dinámica de opinión es la misma pero el rechazo es aún mayor porque implica que el gobierno tolere ilegalidades mediante el accionar de treguas secretas, todo dentro de un ámbito no público. En los años de mayor violencia del crimen organizado en el sexenio anterior el 25% de la población llegó a favorecer un pacto con el crimen. En estos momentos ese número no alcanza el 20%.
Existen momentos en la historia en que la opinión pública ha logrado mover a las élites, como fue el caso del movimiento de derechos civiles en Estados Unidos. La mayoría del tiempo las élites logran generar cambios en la opinión pública posicionando temas en la agenda pública o aportando mayor información al debate. Sin embargo, una desconexión tan grande como la que observamos en el tema de la legalización de la mariguana requiere de que las élites en nuestro país repiensen detenidamente lo que realmente están viviendo los ciudadanos, busquen mejores fuentes de información técnica especialmente en la medición del consumo, y sean imparciales en la información que seleccionan para formular sus argumentos.
@lorena_becerra