Una de las instrucciones que ha dado el presidente electo Andrés Manuel López Obrador a su equipo es que no quiere a nadie del gobierno de Enrique Peña Nieto en cargos sensibles. Una primera víctima de ello fue Manuel Mondragón, quien no pudo ser el subsecretario de Seguridad Pública como quería el que iba a ser su jefe, Alfonso Durazo. La última víctima es, hasta ahora, Renato Sales, a quien el posible fiscal general, Bernardo Bátiz, propuso como su segundo de a bordo, pero ya no será.