El 30 de enero de este año se cumplieron ocho años del fallecimiento de Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo y del imperio económico educativo que en México encabeza la Universidad Anáhuac y media docena de colegios más.
Nadie recordó la fecha. Al menos no de manera abierta y promocional. No hubo ningún desplegado como aquel que en 1995 publicaron algunos medios de difusión conservadores en la capital mexicana. En ellos los Legionarios de Cristo presentaban a Maciel como amigo de la juventud.
Quienes se habían atrevido desde 1957 a denunciarlo dentro de El Vaticano y vieron frustrado su intento, ya mayores de sesenta años y con la intención de reintegrar públicamente una dignidad peleada y socavada cuarenta años antes en España e Italia, estuvieron más dispues
Los Legionarios de Cristo no son ajenos y nunca lo han sido en estas seis décadas a la organización de las visitas del Papa. Hoy solamente están obligados a compartir la coordinación de la misma con muchas otras congregaciones: debieron entregar el cuasi monopolio de la planeación y ejecución.
El Cardenal Norberto Rivera no mencionó el cumpleaños de Maciel en ninguna homilía, aunque en su momento recibió su apoyo para elevarse en el ascenso global del liderazgo de la iglesia y a pesar de que lo defendió en 1997 cuando publicamos a partir del 14 de abril y hasta el 18 del mismo mes en 1997 en La Jornada -muy disponible en el archivo digital del diario- los abusos del hábil propagandísta e incontenible pederasta que fue Maciel.
Consiguió establecer un puente de oro celestial entre las elites de 19 países y el papado al presentarse como el padre y protector espiritual de ellas. Especialmente cuando se sintieron abandonadas y atacadas, como en el caso mexicano, por el arrinconamiento revolucionario y en España por el empoderamiento de la derecha franquista. En otras naciones el segmento a que dio voz Maciel percibía la necesidad de un discurso ultraconservador y elemental acerca de los movimientos socialistas y la izquierda en general que se fortalecían en el mundo.
Este viernes que arribará a México el Papa Francisco, es oportuno recordar que hasta el año de 2008 el puente construido por Maciel con los papas se vio apenas afectado durante los sesenta años en que pidio presentarlo como una oferta sublime y extraordinaria a las elites de nuestros países conservadores para desahogar y tramitar todo aquello que en la tierra es posible y dable a los papas perdonar a los integrantes de aquellas.
Los últimos dos papas, el emérito y Francisco conocieron de las faltas de Maciel. Hasta ahora se ha generado un llamado de atención junto con una “profunda” reestructura de la organización de los Legionarios que ha sido supervisada por El Vaticano sin una intención más compleja que la de separar “al hombre de la obra”.
Por eso, probablemente nadie se acordó del cumpleaños de Maciel, menos en la víspera de la visita del Papa Francisco.