Menstruar con dignidad y libertad

19 de Abril de 2024

Menstruar con dignidad y libertad

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Las experiencias de la menstruación son diversas y están estrechamente ligadas a la condición económica, lugar de residencia o expresión de género (porque los hombres trans y las personas no binarias también sangran)

Menstruar es un acto natural y no por ello la experiencia es unívoca. Las mujeres en prisión no siempre tienen recursos para comprar toallas y recurren a retazos de tela o trapos. Otras han aprovechado la pandemia para adoptar el sangrado libre o la copa menstrual, y también están los hombres trans y las personas no binarias que sangran mes a mes. Pese al abanico de vivencias, la exigencia coincide: la menstruación debe ser digna y libre, pero ¿eso qué quiere decir?

“No hay presupuesto para eso”, es la respuesta que una y otra vez escuchó Bett Maldonado —cuando estaba en el penal de Santa Martha y en las Islas Marías— de las autoridades hacia sus compañeras que iban a los servicios médicos a solicitar una toalla sanitaria. Al gobierno se le olvidó que las presas menstrúan.

“Allá adentro no dan toallas, (en la tienda dentro de prisión) un paquete de 10 toallas llega a costar 30 hasta 55 pesos (afuera el costo es desde 21 pesos). Las más marginadas usan calcetines, rompen sus playeras y las usan como toallas, nosotras nos damos cuenta porque están los lienzos manchados en la basura porque tampoco se pueden lavar, ya que el agua está sucia, se ve de color café”, detalla Bett Maldonado, integrante de la colectiva Mujeres Unidas por la Libertad que lucha por los derechos de las mujeres privadas de la libertad.

›Usar tela durante el periodo no es en sí mismo arriesgado, pues así es como se hacía hasta hace un siglo. Fue hasta 1918 cuando la primera toalla sanitaria salió al mercado. Lo que sí podría causar complicaciones es tener esa tela en contacto con la vulva por un periodo prolongado y no lavar correctamente la zona, un hábito que, en las condiciones que hay en el penal de Santa Martha, es difícil de mantener.

Por ello es que Bett Maldonado y otras colectivas de mujeres han comenzado a hablar de menstruación digna, un concepto muy reciente para exigir que los productos de gestión menstrual sean gratuitos —en espacios como las escuelas y las cárceles— o bien libres de impuestos, pero también para enunciar que sangrar tiene muchos contextos y formas.

Menstruación Digna México presentó en 2020 una iniciativa ante la Cámara de Diputados para eliminar el 16% de IVA de todos los productos asociados a la menstruación, pues los tampones, toallas, pantiprotectores y otros elementos sí tienen ese impuesto pese a ser de primera necesidad, y quienes lo pagan son casi exclusivamente las mujeres.

Fue el pasado 3 de marzo cuando Michoacán se convirtió en la primera entidad de México en aprobar la Ley de Menstruación Digna, que garantiza el acceso gratuito en las escuelas a los productos de gestión menstrual como toallas desechables y de tela, tampones y copas menstruales.

Así como existen avances legislativos, en la Ciudad de México la entrada en vigor de la Ley contra los Plásticos detonó que los tampones dejaran de estar disponibles en los estantes de las farmacias y tiendas de autoservicio, por lo que las usuarias deben recurrir a la compra en línea o en otros establecimientos del Valle de México.

Sin embargo, ampliar el catálogo de productos de gestión menstrual fue un avance, pues reconoce que las mujeres, personas no binarias y hombres trans pueden escoger cómo menstruar.

Tirar la toalla (literal)

Era el cumpleaños de Julieta y la prenda entallada que eligió para usar aquel día recibió muchos halagos. “Ay, se te ve muy bien, no se te ve la ropa interior”, le dijo una tía sorprendida porque no había ni una sola línea que alterara la silueta de la joven. “No se me ve la ropa interior porque no traigo”, respondió la festejada y lo que vino fue un silencio incómodo, pero el asombro no terminó ahí. La comida avanzó y de pronto Julieta se levantó de la mesa porque necesitaba ir al baño, con extrañeza le preguntaron cuál era la prisa, ella respondió “es que estoy menstruando”.

Julieta Zacatenco practica el sangrado libre, que consiste en no usar ningún producto de gestión menstrual. Antes de usar este método pasó por el uso de tampones y la copa menstrual, aunque admite que nunca terminó de sentirse cómoda. Sin embargo, con la llegada de la pandemia abandonó lo último y vio una oportunidad de no usar nada.

“Es mucho de escuchar tu cuerpo, de aprender a leerlo, de conocerlo, de estar atenta a las señales, puedes sentir, como que tu cuerpo te avisa que ahí viene la sangre. Por la pandemia me fue más fácil transicionar, pero cuando salgo si uso copa, aunque estoy viendo la posibilidad de comprar ropa interior absorbente”, cuenta a ejecentral, y agrega que el mejor aliado para el sangrado libre es tener un baño cerca.

Ixchel Aguirre también practica el sangrado libre, pero su camino fue distinto. Comenzó a menstruar a los 14 y usaba toallas desechables —se calcula que una mujer usará a lo largo de su vida unos 65 kilos de toallas para gestionar su menstruación—, pero le irritaban mucho y su abuela le enseñó a confeccionar unas de tela. Hacia los 23 años decidió probar la copa menstrual.

“A pesar de que muchas personas me decían que era lo mejor y de que es muy cómoda, la verdad es que yo no me sentía bien de saber que tenía algo como ahí adentro y una semana después de menstruar me sentía irritada hasta que un día dije ¿y si mejor no me pongo nada?, o sea por qué insistir en usar algo para cubrir mi menstruación si puedo solamente sangrar”, cuenta Ixchel, quien desde hace casi dos años practica el sangrado libre.

La joven cuenta a ejecentral que en su caso, el primer paso fue aceptar que menstruar es un proceso natural, mancharse no es vergonzoso y la sangre no tiene nada de malo. Sin embargo, admite que dejar rastros de sangre en espacios que no son suyos si es algo que evita.

“Cuando duermo en la casa de mi pareja o de mi mejor amiga pongo una sábana gruesa, o alguna falda gruesa para evitar manchar, porque yo sé que no tengo problema con manchar mis sábanas, pero entiendo que no para todas las personas es así”, apunta.

Al igual que Ixchel, Laura Salgado practica el sangrado libre desde hace poco, aunque por temas laborales debe salir de casa y la gestión de su periodo la combina con el uso de la copa menstrual.

Laura comenzó a saber de los métodos alternativos de gestión menstrual por amigas y aprovechó una oferta en Instagram para comprar la copa. Al principio admite que fue un proceso un poco doloroso introducirla y que su cuerpo tardó en acostumbrarse, además de que vivía en casa de su madre y a ella le causaba aversión saber que la copa y la sangre eran lavadas en el lavamanos, y que para esterilizar la copa había que hervirla en una olla o en el microondas.

Sin embargo, la llegada de la cuarentena, el trabajo en casa y que ya no vivía con su mamá la llevaron a experimentar con el sangrado libre.

“Me puse un pants negro y muy grueso, me sentía muy cómoda sabiendo que no tenía que cambiarme la copa o la toalla, pero la parte no tan cómoda era sentir cómo es que la sangre bajaba. Hay momentos en los que si puedo sentir que el flujo viene, pero otros en los que no lo siento hasta que ya hay sangre entre mis piernas, pero es parte del proceso de conocer tu ciclo”, relata Laura.

Julieta, Ixchel y Laura coinciden en dos ejes fundamentales: el primero es que hubo cambios en su menstruación y el segundo es que el sangrado libre no es para todas.

Las tres jóvenes aseguran en que con estos métodos alternativos pudieron estar mucho más conscientes de su cuerpo. Por primera vez pudieron estar conscientes de la cantidad de su flujo —que en estándares normales es de 80 mililitros por ciclo—, y el aroma disminuyó considerablemente.

Otros cuerpos que sangran

La menstruación y sus padecimientos han estado históricamente asociados a las mujeres, sin embargo apenas esta década el debate se abrió para incluir también a las personas no binarias (que no se identifican ni como mujeres ni como hombres) y a los hombres transgénero como parte del grupo de personas que menstrúan, sin intentar borrar a las mujeres del mapa, más bien agregando otras expresiones de género y sus experiencias.

Aunque no todos los hombres trans se someten a una terapia de reemplazo hormonal, los que sí lo hacen pueden tener un sangrado mínimo o dejar de tenerlo por su tratamiento y eso es normal.

“El efecto que más me gusta de la testosterona es que no menstrúo, no hay más dolores ni gastos ni nada”, señaló Oliver Nash, un hombre trans en su cuenta de Twitter.

Del otro lado del espectro hay hombres trans que conservan su menstruación y han tomado las redes sociales para decir que no sólo se trata de

un asunto de mujeres. Es el caso de Cass Clemmer, un artista y educador transgénero residente en Washington, Estados Unidos, que se volvió viral en internet al publicar una foto en la que está con las piernas abiertas, se ve manchado de sangre y sostiene una pancarta que dice “la menstruación no es sólo de las mujeres”.

Incluso las opciones en el mercado también se han vuelto polémicas, pues algunas marcas como Tena comienzan a pensar en las necesidades de otros clientes al vender protectores masculinos que integran una tecnología de pañales para adulto, pero con una forma distinta y que han sido usados por hombres trans como toallas sanitarias masculinas, y cuyo costo es de 80 pesos mexicanos por 12 piezas.

MÉTODOS ALTERNATIVOS ¿EN QUÉ PONER EL OJO?

La ginecóloga Julieta Gutiérrez sostiene que la menstruación es un signo vital, que habla del estado interno del cuerpo y que por ello debe de estar presente en la conversación y se le deben poner atención en algunos aspectos en particular:

En el caso de las copas, toallas y ropa absorbente, en lo que más hay que poner detalle es el material del que están fabricados, insiste la ginecóloga.

Una copa menstrual cuesta alrededor de 650 pesos y tiene una vida útil de 10 años, por lo que resulta una inversión a largo plazo.

La curva de aprendizaje de uso de una copa menstrual es de dos o tres ciclos, no puede dejarse más de 8 o 12 horas y su material debe ser silicón de grado quirúrgico.

“A mí me han llegado pacientes que vienen a una revisión de otra cosa y cuando pongo el espejo me doy cuenta de que traen la copa y se les olvidó quitársela”, señala la doctora Gutiérrez.

Pese a estos casos, que son muy raros, la ginecóloga Julieta Gutiérrez indica que para quienes están en constantes actividades, salen de casa o su flujo es muy abundante, la copa menstrual podría ser una gran opción a considerar.

En el caso de una toalla de tela y la ropa absorbente, el material debe ser casi en su totalidad algodón, deben lavarse con cuidado, secarse perfectamente y no usarlas húmedas.

En estándares normales el ciclo menstrual consta de entre 24 y 35 días, el flujo es de 80 mililitros, los coágulos no deben ser muy abundantes y para quienes llegan a la menopausia un signo de alarma es haber dejado de menstruar por al menos un año y volver a tener el periodo.