BRICS en el Nuevo Orden Global

25 de Julio de 2025

Hans-Dieter Holtzmann
Hans-Dieter Holtzmann

BRICS en el Nuevo Orden Global

Fundación Friedrich Naumann

De acrónimo financiero a plataforma geopolítica. En un cuarto de siglo, los BRICS han evolucionado hacia un bloque de influencia creciente. La incorporación reciente de Egipto, Etiopía e Irán refuerza su proyección como espacio alternativo al orden global dominante y como punto de referencia para un Sur Global que exige mayor representación.

En conjunto, BRICS y sus socios concentran cerca del 46 % de la población mundial y más del 36 % del producto bruto global. La alianza superó al G7 en peso económico y continúa ampliando su atractivo político como una alternativa a estructuras internacionales percibidas como dominadas por Occidente.

Aunque comparten ciertos objetivos, los BRICS reúnen estrategias diversas. Mientras China, Rusia e Irán adoptan posturas más confrontativas, países como Brasil, India o Sudáfrica apuestan por una autonomía estratégica sin romper con Occidente. Este enfoque pragmático retoma el espíritu original del grupo como plataforma de cooperación entre economías emergentes con alto potencial.

La presidencia de Brasil en 2025, con la Cumbre prevista para el domingo 6 y lunes 7 de julio en Río de Janeiro y su rol protagónico en la COP30, ofrece una coyuntura estratégica. La propuesta de una Agenda de Liderazgo Climático puede dotar de contenido sustantivo a una alianza que, hasta ahora, ha sido más reactiva que propositiva. En paralelo, la cooperación bilateral entre miembros, como los vínculos entre Brasil y China o las sinergias emergentes con África, revela que los verdaderos motores del grupo operan muchas veces por fuera de la institucionalidad formal.

Europa necesita una mirada más estratégica sobre los BRICS. Su atractivo va más allá del peso económico: ofrece financiamiento alternativo y vínculos en sectores clave como energía y tecnología. La creciente influencia de China y los acuerdos entre miembros anticipan un orden internacional más descentralizado, que exige comprensión y adaptación sin prejuicios.

Frente a este escenario, Europa enfrenta un desafío crucial. La tradicional subestimación de BRICS por su informalidad resulta obsoleta. Pese a carecer de estatuto, sede o secretaría permanente, el grupo ya incide sobre los equilibrios globales y redefine los términos de la discusión en materia política, financiera, comercial, ambiental y tecnológica.

Ignorar a los BRICS ya no es una opción. Para quienes aún creemos en un orden internacional basado en reglas, apertura y cooperación, entender la lógica interna de este bloque —y lo que representa— es urgente. Su expansión reciente y su capacidad para articular nuevas alianzas geopolíticas lo posicionan como un actor con potencial disruptivo, especialmente atractivo para países del Sur Global que buscan mayor representación.

En este escenario, la ratificación del acuerdo Unión Europea–Mercosur no es solo un asunto comercial sino una jugada estratégica. Reforzar vínculos con democracias afines y ofrecer alternativas creíbles frente a coaliciones dominadas por regímenes autoritarios es, hoy más que nunca, una necesidad.

Aunque aún carece de una doctrina común, el bloque BRICS ya funciona como catalizador de un nuevo orden multipolar. Subestimarlo sería un error de cálculo; no actuar frente a su avance, sería una irresponsabilidad. Para las democracias liberales, mantenerse al margen no es una opción: es una renuncia. El momento de responder con inteligencia, unidad y convicción es ahora.