Llegamos a 40 millones de casos y Europa se sumerge en la segunda ola de la pandemia. Valdría la pena que la Secretaría de Salud escuche las covilecciones de los países asiáticos y no vuelva a cometer los mismos errores que hizo cuando pegó el coronavirus en México.
Europa no es el modelo a seguir. La última semana según la Organización Mundial de la Salud (OMS) Europa reportó 927 mil nuevos casos con 8 mil 500 muertes y la región en su conjunto presenta tres veces más casos diarios que durante el pico de la epidemia en abril. América reportó 798 mil casos, principalmente de Estados Unidos, Brasil, Argentina, Colombia y México.
En cambio, desde el brote en Wuhan a la fecha, China ha llorado a 4 mil 746 muertos; Japón a mil 679; Corea 450; Malasia 193; Tailandia 59; Vietnam 35; Taiwán siete y Camboya no ha tenido ningún muerto.
Europa y América se encuentran en ebullición por el virus en tanto que los asiáticos, con esa “zenitud” que los caracteriza, observan desde lejos el desastre. ¿Qué se está haciendo mal?, ¿en dónde está el error?, pregunté a Mike Ryan Director de Emergencias de la OMS.
En primer lugar, la población de esos países ha demostrado “niveles más altos de confianza” en sus gobiernos, lanzó Ryan. Europa y América “deberían seguir el ejemplo de los asiáticos” perseverando en las medidas anti-COVID.
Australia, China, Japón y Corea del Sur redujeron la propagación al detectar casos sin la necesidad de parar sus economías ni dejar sin medios de subsistencia a la población.
“En otras palabras, (los países asiáticos) llegaron a la meta (el control de la epidemia) y siguieron corriendo más allá sin detenerse porque sabían que la carrera no había terminado, esa línea de meta era falsa. En cambio, demasiados países han puesto una línea de meta imaginaria y cuando parece que la han cruzado frenan sus esfuerzos por contener el virus”, observó.
“En mi opinión, los países de Asia, el sur de Asia y el Pacífico Occidental que han tenido éxito realmente han continuado con esas actividades clave”, remarcó. Además, cuando se supo de “un nuevo coronavirus” no cuestionaron el uso de la mascarilla.
Usar un tapabocas no es visto como una cuestión existencial, debilidad, partido político o ataque a los derechos humanos. Es simplemente para evitar el contagio. Nada es perfecto.
China invade la vida privada con pretexto de la pandemia. Aún no se sabe cuál es el origen del virus y es probable que haya una cortina de humo con las cifras, tratamiento o la vacuna. Pero hay que reconocer que hace unos días por “una docena” de casos importados en Qingdao, hicieron pruebas a 9 millones de personas. ¡A toda su población en una semana!.
En mayo hicieron pruebas a 11 millones en Wuhan, epicentro de la pandemia. Beijing confinó a esa región, pero el resto del país siguió funcionando con las medidas de salud pública. Una de las covilecciones más ignorada.
En México, su excelencia el subsecretario de Salud, Hugo López- Gatell, prefirió politizar el virus y no hacer pruebas masivas de laboratorio, ni pruebas rápidas de antígenos. Con los test se busca tener 10% de casos positivos. En el país la positividad es del 41% lo que implica que 4 de cada 10 personas con síntomas da positivo a Covid-19. Esto muestra que las pruebas son insuficientes.
La OMS también insiste que para controlar la epidemia, es efectivo poner en cuarentena a los contactos de cada caso confirmado y que se apoye a las personas que tienen que aislarse. Eso tampoco se ha hecho.
López-Gatell observó cómo Europa sucumbía a la primera ola del Covid-19. Sabía que podía contener la enfermedad haciendo pruebas, rastreando y aislando contactos. No lo hizo. Se venció al virus antes de dar la batalla y confinó a toda la población.
Ahora, López-Gatell está viendo cómo Europa se hunde en la segunda ola de la pandemia. Otro encierro sería devastador para México. Ojalá que el zar del coronavirus escuche las covilecciones de los asiáticos y no se quede nadando de muertito viendo cómo le viene el tsunami. Está advertido.