Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Andrés Manuel López Obrador. El presidente además de militarizar el país ahora quiere cargarse al Instituto Nacional Electoral (INE), justamente el organismo autónomo que validó su triunfo como presidente de la República, cuya victoria fue incontestable y de su elección como jefe del gobierno de la Ciudad de México.
Este domingo se espera una movilización nacional en defensa del INE y antes de que los ciudadanos salgan a la calle, el presidente, muy a su estilo, ya está descalificando al movimiento ciudadano acusando que quienes están detrás de esta oposición es la cúpula del poder económico y político “con achichincles y despistados aspiracionistas que buscan llegar a ser fifís y, desde luego, los medios de información”.
“Que la gente que vaya sepa que es una manifestación en contra de nosotros, por la política que llevamos a cabo a favor del pueblo. Aunque vayan a misa los domingos no le tienen amor al pueblo”, dijo AMLO.
Está clarísimo que la movilización del 13 de noviembre lo pone nervioso. Y no es para menos porque gran parte de la ciudadanía, incluyendo a mujeres, hombres, chairos, fifís, trabajadores, intelectuales, artistas, periodistas, comerciantes y demás, comprenden que lo que se juega México no es poca cosa, pues aniquilar al INE significa eliminar la vida democrática del país.
El inquilino de Palacio Nacional de manera tramposa afirmó: “No quiero que mañana se diga por qué si se ha padecido en México, más que en ninguna otra parte del mundo, de fraudes, por qué no propusiste una reforma constitucional, y es lo que estoy haciendo”.
De manera elocuente José Woldenberg le contesta a AMLO en su texto ¿Por qué?, publicado en El Universal: “¿Por qué el presidente y su partido quieren destruir el sistema electoral tal y como hoy lo conocemos si ellos se han beneficiado del mismo? (…) Que los favorecidos por un sistema electoral que funciona quieran dinamitarlo es una de esas cuestiones que a primera vista no parece tener demasiada lógica. Salvo que…y aquí especulo con dos razones’’.
1)“Saben que, precisamente, así como ellos triunfaron mañana pueden hacerlo otros. Actúan dentro de un sistema electoral y político donde existen otras fuerzas que pueden robustecerse y crecer incluso pueden surgir partidos que pueden expandirse y ganar la voluntad de franjas importantes de ciudadanos. Y las instituciones electorales han dado muestras suficientes de que son capaces, sin aspavientos, de asimilar la voluntad popular y reconocer ganadores y perdedores, sean quienes sean”, valora el catedrático de la UNAM.
“Saben- cualquiera lo sabe o intuye- que atrapar o alinear a la autoridad electoral a la voluntad oficial ofrece una ventaja mayúscula. No es una especulación. Ya lo vivimos en México antes de la creación del IFE y los institutos locales (…) Y todo indica que el presidente y su partido quieren recuperar esa “ventaja” que por supuesto erosionaría uno de los pilares en los que se asientan la equidad y la certeza de los comicios”, opina Woldenberg.
2) “La otra razón —creo— se encuentra en las pulsiones francamente autoritarias del presidente. Hay evidencia suficiente para afirmar que a Andrés Manuel López Obrador le gustaría ejercer su Presidencia en un marco político similar al de los años 50 y 60 del siglo pasado: una presidencia omnipotente a la que los otros poderes constitucionales y órganos autónomos del Estado no le hicieran sombra, con unos medios de comunicación dóciles y subordinados al poder y sin ningún actor relevante que pueda contradecirlo’’, remarca el que también fuera consejero presidente del IFE.
Suenan las alarmas. México corre peligro de hundirse en la ambición de poder del presidente López Obrador. No es posible permitir que el rumbo del país dependa de las decisiones y la voluntad de una sola persona, esa es la característica primordial de las dictaduras. Los ciudadanos estamos llamados a expresar por todos los medios posibles, de manera clara, inequívoca y contundente que la autonomía del INE es intocable. La democracia no es negociable.
SIGUE LEYENDO:
